Se cumplen 140 años de la Ley 1420 de Educación Común

A partir de su sanción queda establecida la educación gratuita y obligatoria en todo el país.

SOCIALES08 de julio de 2024
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Que toda la república sea una escuela”. Esta valiosa frase de Domingo Faustino Sarmiento refleja una visión que, en 1884, llevó a la sanción de la Ley 1420. El camino y los debates iniciados durante la presidencia de Nicolás Avellaneda fueron clave. En su rol como director general del Consejo Nacional de Educación, Sarmiento impulsó esta normativa que establecía la enseñanza primaria gratuita, obligatoria y laica para todos los habitantes del país. Considerada la base primordial del sistema educativo argentino, la Ley 1420 es un hito significativo en la historia de la educación y en la constitución de nuestra nación

La Ley 1420 buscaba democratizar el acceso a la educación primaria, erradicar el analfabetismo, incluir a las clases menos favorecidas y promover la laicidad y la igualdad.

La laicidad de la enseñanza fue uno de los puntos más controvertidos durante la elaboración de la ley, separar la educación de la religión fue una decisión audaz y necesaria para garantizar una formación libre de dogmas religiosos. Aunque generó debates y resistencia en su momento, esta medida fue crucial para la modernización del sistema educativo argentino, permitiendo una educación basada en el pensamiento crítico y el conocimiento científico.

La obligatoriedad de la educación primaria tuvo un impacto inmediato en la matrícula escolar. Las tasas de asistencia aumentaron drásticamente, reflejando el compromiso del Estado con la formación de sus ciudadanos. La construcción de nuevas escuelas y la formación de maestros capacitados fueron acciones complementarias que aseguraron la implementación efectiva de la ley. Las escuelas se multiplicaron no sólo en las ciudades, sino también en las zonas rurales, garantizando que ningún niño quedara fuera del sistema educativo, promovió una mayor cohesión social y facilitó la movilidad social ascendente. Los niños de familias trabajadoras pudieron acceder a una educación que les permitía aspirar a mejores condiciones de vida, rompiendo el ciclo de pobreza y exclusión que había caracterizado a generaciones anteriores. Además, la formación de una ciudadanía informada y educada fue fundamental para el desarrollo de una sociedad más democrática y participativa.

Un tema trascendental fue el reposicionamiento de la mujer en el espacio público, así como el reconocimiento de la importancia de la formación docente y su rol en el proceso educativo.

“Las mujeres de la elite social tenían acceso a educación y cultura, la que se impartía domésticamente con tutores, ya que protocolarmente tenían que ser excelentes acompañantes de los hombres; las que no, debían saber cocinar, bordar, criar hijas e hijos, atender al hombre, ser silenciosas y recatadas”, explicó Josefina Ganuza, profesora en Letras, docente de la cátedra Lengua y Literatura. 

Y Ganuza agregó que la Ley 1420 fue un factor importante en el reposicionamiento de la mujer en el espacio público porque habilitó el acceso a la educación de manera universal, laica, gratuita: “Hasta su promulgación, sólo accedían al conocimiento los varones de clases acomodadas”. 

La gradualidad es otro legado de la Ley 1420 que, junto con “la pluma y la palabra”, conformaban la tecnología educativa de la época, un enfoque pedagógico que aún sigue vigente en el sistema educativo argentino. Este enfoque plantea retos y oportunidades en la integración de nuevas tecnologías y metodologías de enseñanza, lo que requiere una reflexión profunda sobre cómo modernizar el sistema educativo sin perder de vista los principios fundacionales.

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