LA INCREÍBLE HISTORIA DE VALENTÍN VADA, DEL PROYECTO CRECER A BRILLAR EN EUROPA.

Burdeos supervisó su formación desde los 8 años en Proyecto Crecer, lo bancó cuando lo sancionaron por ser fichado al ser menor y hoy disfruta su talento en la Ligue 1 y en la Liga de Europa. Un informe de CLARÍN.

SOCIALES 10 de agosto de 2018 Pérez Darío Eduardo Pérez Darío Eduardo


Valentín Vada disfruta la titularidad, convertir goles y repartir asistencias en el Girondins de Burdeos, uno de los clubes más ganadores e importantes de Francia, donde lleva tres temporadas y 80 partidos. Claro que detrás de este buen presente hay una historia de sufrimiento y de superación en este santafesino de 22 años que tuvo que purgar casi dos años de suspensión por parte de la FIFA, lo que explica su felicidad y sus ganas de vivir este momento en la Ligue 1 y en la Liga de Europa.

En San Jorge, todos veían que su clase era superior. Y como el club enGuadalupe era parte del Proyecto Crecer, una escuela de perfeccionamiento de talentos, se mudó a San Francisco, Córdoba, donde jugó durante unos años. Hasta que desde esa filial del Burdeos, ansiosa por llevarse jóvenes a sus divisiones formativas, partió hacia Europa.“A partir de los ocho o nueve años me empezaron a supervisar y me querían traer para adaptarme a Burdeos, a los entrenamientos y a la vida de acá. Así se fue dando poco a poco. Viajaba con mi familia por algunos meses a Francia y después volvía a la Argentina”, recuerda sobre esos días en los que soñaba con convertirse en profesional y vestir la camiseta de un equipo grande del Viejo Continente.

Pasaron varios viajes para mimetizarse con la ciudad que sería su nuevo hogar y con el equipo que lo adoptaría hasta que en 2010, con apenas 14 años, Valentín y su familia tomaron la decisión de emigrar y de sumarse al proyecto que le ofrecía el club francés. Pero no todo era color de rosas como parecía. Y se vino la oscuridad.


“El club le quería hacer creer a la FIFA que mi familia vení a Francia por trabajo, porque Argentina estaba mal económicamente. Pero se dieron cuenta de que en realidad yo llegaba acá por el fútbol. Tuve un problema muy grande y me quedé parado por casi dos años por la FIFA. Fui como cinco veces al TAS (Tribunal Arbitral del Deporte), a Suiza, donde hablé con el presidente y sus abogados. Se había armado un lío bastante grande”, recuerda desde Burdeos en diálogo con Clarín.
Debido a esa suspensión de la casa madre del fútbol por haber sido transferido cuando era menor de edad, Vada tenía prohibido jugar para su club, pero sí podía entrenarse en la institución. “Sufría. Iba a ver a mis compañeros y me quería morir. Yo decía:‘Soy un pibe, lo único que quiero es jugar’. No miraba la plata. No miraba nada. Era un pibe que tenía unas ganas terribles de demostrar y de jugar con mis amigos y con mis compañeros con los que me entrenaba”, desgrana al reflexionar sobre su momento más triste a nivel deportivo.

-¿En algún momento te agarró un sentimiento de frustración y te quisiste volver para Argentina?

-Sí, antes de que llegara el transfer. La última vez que había ido al TAS me habían dicho que era muy difícil que me habilitaran. Varios equipos argentinos me querían: San Lorenzo, River, Boca… Podía irme al equipo que quisiera. El Burdeos quería que me fuera un año y volviera, pero si yo llegaba a hacer un año bueno, los equipos argentinos no me iban a dejar volver nunca más y ese era el miedo que tenía el club. Lo discutimos con mi familia y llegamos a la conclusión de esperar la respuesta del TAS.


Antonella, la novia de Valentín Vada, es uno de sus pilares para sentirse contenido en Francia.
En ese tiempo de incertidumbre, el argentino encontró apoyo tanto en los entrenadores del club como obviamente en su familia para superar y digerir ese trago amargo. “Hablaba mucho con los técnicos, sobre todo con Patrick Battiston”, cuenta y menciona al tres veces mundialista con la Selección francesa, campeón de la Eurocopa 1984 y responsable del centro de formación del equipo.
“Con mi familia nos hicimos amigos de argentinos que estaban viviendo acá y eso nos ayudó mucho. Pero de todos modos fue muy difícil, porque yo perdía ritmo de juego, perdía la competición y se le hacía difícil a mi familia porque me veían sufrir por no jugar. Lo único que quería y que me hacía feliz era jugar al fútbol. Y yo simplemente me estaba entrenando y no podía disfrutar de los partidos”, se sincera.

Parecía que el Tribunal continuaría denegándole la habilitación, pero se produjo el milagro. “Cuando me llamó el presidente del club y me dijo que habíamos ganado, saltamos de la felicidad con mi familia en el club”, recuerda con un tono de alegría a través del teléfono. Después de lucharla por mucho tiempo en los tribunales, por fin Valentín Vada estaba habilitado por la FIFA y, con casi 18 años, iba a poder debutar en el club que había confiado en él.


-¿Qué recuerdos tenés de tu debut? ¿Cómo fue esa previa?

-Fue en la Copa Gamberdella con el Sub 19. Es un equivalente a la Copa de Francia, pero de jóvenes. En el primer partido hice el gol de la victoria y a la noche no dormía por el estrés, porque venía mucha gente al estadio y tenía mucho miedo de no sentirme bien, de no andar bien, porque estaba fuera de ritmo. Por suerte me salió el partido perfecto: pude hacer el gol de la clasificación y ganamos la copa. Ese año además jugamos en el mismo estadio que los profesionales y ellos también ganaron la Copa de Francia, así que fue el doble de felicidad.
Ante su inminente explosión, los medios franceses no se hicieron esperar y hubo más de uno que empezó a llamarlo “el niño prodigio” y las comparaciones con Lionel Messi no cesaron. “Acá te inflan muy rápido. Yo no había jugado ni un partido y ya me comparaban con él porque vine de Argentina desde chico. Pero nada que ver. Además yo siempre jugué de enganche, pero acá, al jugar con un 4-3-3, empecé a ocupar una posición más ofensiva en el mediocampo. Igualmente no hay ni comparación con Messi ni con nadie”, afirma categóricamente Vada, quien en su posición tiene de ídolos a Luka Modric, Iván Rakitic, Andrés Iniesta y Juan Román Riquelme.


La familia Vada, a pleno: mamá Miriam, Tomás, Federico, Valentín (con Antonella, su novia) y papá Marcelo.
Después de haberse puesto la camiseta azul y blanca para el debut en las juveniles, le llegó el turno del primer partido en Primera. El 10 de diciembre de 2015, cinco años después de su llegada a Francia, el entrenador Willy Sagnol confió en él y jugó desde el arranque en el 2 a 2 frente al Rubin Kazan ruso, por la fase de grupos de la Liga de Europa. Y se dio el lujo de dar una asistencia.

Con tres temporadas y 80 partidos como protagonista en su equipo y en el fútbol francés, Valentín es una voz autorizada para hablar sobre el dominio en la liga por parte del París Saint-Germain y, en menor medida, del Mónaco.“Es imposible pelearle el campeonato al PSG. Cuando ves la clase de jugadores que tiene, esa delantera con Edinson Cavani, Kylian Mbappé y Neymar, ¿qué podes hacer más que meterte atrás? Sabés que cuando te meten un gol, te hacen tres, cuatro, cinco... Es un equipo imposible de jugarle, porque además no simplemente tiene ese ataque sino que es un conjunto. Ellos están armados para ganar la Liga de Campeones –reafirma-. Más allá de que hay equipos también muy buenos, como Lyon, Marsella o Mónaco, que hace dos temporadas ganó la liga, estos ganan el campeonato cada diez años. Con los jugadores de calidad que tiene PSG, están para ganarlo todo. Se hace muy difícil”.
Valentín comparte las metas que se plantean en el club, a pesar de tener muy pocas chances de alzarse con el título. “Nuestro objetivo siempre es terminar dentro de los seis mejores equipos y, si es posible, clasificarnos directamente a la Liga de Europa –relata-. También buscamos llegar lo más lejos posible en la Copa de la Liga y la Copa de Francia y aspiramos a ganarle en esas competiciones al PSG, Lyon o Marsella, que tienen jugadores de otro nivel”.


La relación entre Valentín Vada y Burdeos data de hace 14 años. 
Con casi una década de residencia en Burdeos, la conoce muy bien. “Soy muy feliz por estar acá y lo disfruto al máximo –resume-. Es una ciudad grande como Rosario pero mucho más calma. Acá la gente sabe quién sos pero no anda tirándose encima de uno. Hay mucho respeto. Cuando vas a comer, te pueden llegar a mirar y cuando te levantás te pueden pedir alguna foto, pero te dejan vivir tranquilo. De todos modos, cuando tengo días libres me gusta viajar y conocer lugares”.

-Después de haber pasado de todo en Burdeos, ¿qué significa el club para vos?

-Es el club que me formó. Para mí significa mucho, ya que hace casi la mitad de mi vida que estoy acá. Es grande para mí y para mi familia porque desde un principio nos apoyaron, me llevaron hasta donde estoy hoy y les voy a estar agradecido toda mi vida. Es un club que siempre va a estar guardado en mi corazón.


Valentín Vada y su novia junto a Fernando Cavenaghi y su esposa se reúnen cada vez que se encuentran en Burdeos.
Gracias a la institución, conoció a Fernando Cavenaghi, con quien sigue en contacto. “Cuando está en la ciudad, viene siempre a casa con Soledad, la mujer. Va a los partidos porque es un club que también lo marcó a él. Es ídolo y los hinchas lo quieren mucho. Es una persona extraordinaria”, describe al ex centrodelantero.

Las malas quedaron atrás. Valentín Vada disfruta su momento en Burdeos y lo vive a pleno con su familia y con su novia. En su hogar juega de tanto en tanto a la Play. Y se le animó al tenis… con mal resultado. “Fui a practicar dos o tres veces, pero soy muy malo”, afirma entre risas. Mejor que siga con el fútbol que es lo suyo.


Un sueño de Selección
Después de haber quedada eliminada en el Mundial de Rusia 2018 ante Francia, la Selección argentina vive momentos de cambios y de reestructuración. Sin entrenador a la vista –Lionel Scaloni y Pablo Aimar se harán cargo interinamente hasta fin de año- y con muchos jugadores que le cerraron la puerta a la celeste y blanca, Valentín Vada se posiciona, por rendimiento, edad y jerarquía, como uno de los futbolistas de la nueva camada para tomar la posta rumbo a Qatar 2022.
Nunca recibió un llamado para integrar las divisiones juveniles ni la Mayor, pero cuenta una anécdota previa a su viaje a Europa, cuando vistió la camiseta del seleccionado nacional en un amistoso no oficial. “En Argentina estuve en el Sub 14. Jugaba en el club Guadalupe y me convocaron de la Selección de la liga para jugar contra la Selección –rememora-. En ese partido, estaba en el banco porque al técnico mío le agarró una chiflada y me puso ahí. Entré 15 minutos en el primer tiempo y en el segundo lo llamaron a mi técnico desde la Selección porque me querían ver jugar y me cambiaron de equipo. Así que jugué un rato para ellos y a la semana o semana y media me llamaron para que fuera a entrenarme y a jugar unos partidos en el predio de la AFA. Después, cuando vine a Francia quedé parado esos dos años y no tuve más novedades”.
Si bien sueña como todo jugador con vestir la celeste y blanca, declara con cautela: “Todavía falta, hay que seguir trabajando. Nada es fácil. Si tiene que llegar, va a llegar. Y si no, voy a hacer todo lo posible para llegue”.

Vada tiene la ciudadanía italiana y la Federación de aquel país ya le puso un ojo en caso de que en Argentina no tenga chances. Además, al haber vivido más de cinco años en Francia, puede adoptar la doble ciudadanía porque también lo miran con buenos ojos. Ante estos intereses por él, Valentín es contundente: “Si me llamaran de alguna otra Selección que no sea la argentina, no iría. Esperaría a una citación de mi país. Pero si me siento preparado para jugar en la Selección y no me llaman, tomaré decisiones. De todos modos, mi cabeza y mis sueños están puestos en Argentina y espero algún día poder vestir la camiseta”

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