Cachorro Chocolate: El ladrido de justicia

Carta abierta del doctor Pire sobre el Caso Chocolate "La sociedad sanfrancisqueña acompaña, vigila y asiente esta barbarie"

SECCIONES - OPINIÓN 10 de mayo de 2018 Dr. Fernando Nicolás Pire
Foto original El Periódico

S. Periodista:

                           Pongo a vuestra consideración, en archivo adjunto, un artículo que he redactado en referencia al Caso Chocolate, la familia de Germán Gómez está al tanto del mismo. Si usted lo considera de valor, disponga del mismo.

Cachorro Chocolate: El ladrido de justicia.

Esta semana llega a juicio oral el emblemático Caso del Cachorro Chocolate.

 La causa se inicia con el diagnóstico que emite un Médico Veterinario.   Esta circunstancia, fue determinante y lapidaria, el “can había sido victimizado por persona o personas, que lo despellejaron vivo”.

 La afirmación  cuasi mesiánica,  sin testigos directos, ni ningún otro elemento  que sugiriera esta teoría,  es descripta en detalle por el mencionado profesional, que no solo relata la  mecánica  del “crimen”, sino que avanza trazando el perfil psicológico y hasta se permite atinar adónde estaría el autor y por qué lo hizo.

 Esta maliciosa clarividencia, es, insólitamente, aceptada como dogmática e indiscutible,  no solo por gran parte de la sociedad, sino que también incorporada por la justicia, como verdad revelada. 

A partir de este testimonio y  de su ratificación plena por la Justicia, se   desata una jauría cibernética, que, reviviendo episodios icónicos como los acontecimientos de Salem o el accionar de la Mazorca rosista,   se auto-convocan por las redes sociales y  cobran  una primera víctima,(Goyenechea), señalado arteramente por  Matías Busto  y que no termina en un linchamiento real, solo por  el azar.

La feroz cacería continúa, ahora encabezada por la justicia, que, con la “ayuda” de “avezados investigadores”, “arma” un escenario acorde a las revelaciones mesiánicas del Veterinario, quien, tras la muerte del can, sospechosamente, procede a su cremación inmediata, sin que tomaran ni él, ni la justicia los recaudos necesarios para conservar la prueba fundamental para la causa.

 Se suman los políticos, que, para no quedar fuera de los aullidos de la jauría humana,  opinan y aprueban, en tiempo record la instalación de un monumento al malogrado cachorro. Este estimula, sostiene y azuza, la vindicta pública.

                   Las proteccionistas encabezan  la cacería y nacionalizan el caso, despertando, con la maliciosa versión original, las más diversas y solidarias adhesiones de repudio.

La investigación se encamina siguiendo minuciosamente el “libreto clarividente” del Médico Veterinario. Los “investigadores”  en su frenética búsqueda, descartan a  un vecino “trabajador” y “normal” y encuentran  al culpable ideal, otro vecino que, solo por asumir una orientación sexual diferente,  “tiene que tener, seguramente, trastornos psicológicos” que se ajusten al “dictamen” testimoniado, también, por el Médico Veterinario de mentas.

La homofobia subyacente e indisimulada de los investigadores, somete a vejaciones y destrato al imputado y es “avalada” por la Justicia que ordena un perfil psicológico  “urgente” del vecino “anormal”, aunque la magnitud del delito y el monto de la pena, no lo justifique habitualmente, invadiendo su intimidad y avasallando sus derechos.

 Se  procede al encarcelamiento sumarísimo, sin más trámite ni explicación, por un supuesto delito conexo y necesario, previo  al “crimen” (escalamiento e invasión de propiedad).

La privación de la libertad se prolonga en forma desproporcionada e inexplicable por 22 días, demorando, los funcionarios responsables, la firma de la excarcelación, por  el temor a la vindicta social.

Se ordenan otras pruebas, luminol y  peritaje de la  “arma asesina”, que por supuesto dan negativas, pero se sostiene firme la imputación.

Las jaurías cibernéticas atacan con las peores amenazas al imputado, virtualmente condenado por la justicia, y extienden su furia a otra víctima, a quién confunden con Germán Gómez, Verónica Trúcolo, en quién reafirman la homofobia impregnada en la sociedad proteccionista-animalista,   prometiendo las peores atrocidades.

La Justicia, con la presa inmovilizada entre sus fauces,  sigue avanzando y no solo no se retracta ni admite revisión de lo actuado,  sino que continúa con la  causa hasta las “últimas consecuencias”, asumiendo, tácitamente, que es  emblemática para instalar la lucha  y legislar contra el maltrato animal,  argumentos éstos, vociferados  abiertamente por  las  animalistas querellantes. No se admiten peritos de parte o cualquier otro aporte que ponga en dudas la culpabilidad de su presa.

La sociedad sanfrancisqueña acompaña, vigila y asiente esta barbarie, y premia, como mujer del año 2017 a la señora que “supuestamente rescató” al cachorro.

 Acepta y venera el monumento al escarnio, de una causa sin juzgar y que probablemente nunca se pueda a dilucidar, y hasta le atribuye milagros, al can,  en sus advocaciones. (Homenaje  en el monumento, enero 2018)

Chocolate

 Ningún letrado quiere defender al ya condenado per se,  por la jauría humana, solo el Dr. Sergio Corón Montiel, asume el riesgo y es  prontamente vilipendiado por la comunidad del este cordobés y el oeste santafesino, particularmente, y por los medios provinciales y nacionales en general. No se organiza ninguna marcha en defensa del imputado-inocente, (hasta en el caso Dalmaso, las hubo).

La  epopeya emblemática de la lucha por instalar el maltrato animal, que transitaba heroicamente hacia una “condena máxima y ejemplificadora”, fortuitamente, trastabilla, cuando el  iluminado Veterinario, autor del “libreto conductor”, tiene cercanía con  otros crímenes gravísimos que conmueven a la población y a la justicia local.

 Estos incidentes socaban la credibilidad del profesional y, por ende, a la causa, desde su origen espurio. Ya por estos tiempos la sociedad duda de todo lo actuado, a pesar de la desesperada defensa que improvisan las integrantes de las agrupaciones animalistas involucradas.

No hay dudas que el caso Chocolate, generó, posiblemente, varios delitos colaterales por el accionar fundamentalista de las personas. Civiles, investigadores criminalísticos, funcionarios y  políticos, que se alinearon  y comulgaron ciegamente con la querella, tendrán que rendir cuentas, ante una justicia ecuánime, civil y penalmente, por su accionar.

Lo más penoso, es que esta manipulación caprichosa y malintencionada de la muerte del cachorro Chocolate, luego de  su  dolosa cremación y de la fallida intervención judicial, no solo marcó definitivamente la vida de una persona acusada injustamente, sino que cerró  cualquier posibilidad de dilucidar lo que  pueda haber pasado con  el malogrado animal.

El lunes 21, comienza la verdadera causa Chocolate. Proveer de conformidad, que Será Justicia.

Dr. Fernando Nicolás Pire

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