Reveldes contra el mundo, sumisos al patriarcado: así es el rock

El rock siempre se vendió como rebelde, como contracultura. Pero ¿qué pasa cuando esa rebeldía ignora la violencia contra las mujeres? Gustavo Cordera la vuelve a mostrar.

SECCIONES - OPINIÓN28/09/2025Pérez NataliaPérez Natalia
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"Sin música, la vida sería un error”, Seguro esta frase te apareció en instagram muchas veces ¿Pero qué quiso decir el filósofo alemán Friedrich Nietzsche cuando dijo eso?

Para Nietzsche la música es la forma en la que expresamos y experimentamos con nuestras emociones, por eso la vida sería mucho más dura sin música.  Tiene el poder de acercar a las personas, construir comunidades a través de las experiencias compartidas.

Los cuidados son la base de una sociedad más justa, pero podemos llamar  realmente comunidad a un colectivo que avala discursos de machistas justificando la violencia sexual, y afirmando que un femicidio puede ser una “equivocación”. 

Gustavo Cordera llega este sábado 4 de octubre a San Francisco, la vuelta a los medios del cantante generó un fuerte debate social sobre la naturalización de la violencia de género y de la cultura de la violación en el mundo del espectáculo

La frase que lo marcó en 2016 “hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo. Ayer se conoció la participación de Cordera en un documental grabado en el 2019 sobre Ricardo Barreda y, en ese contexto y en conversaciones recientes, hizo comentarios que justifican o relativizan la violencia de género. Mientras se victimiza por la supuesta “cancelación” que sufrió. 

¿Se puede separar al artista de la obra?

Esta pregunta reaparece cada vez que un artista consagrado dice o hace algo que “cancelable”; hay dos conceptos entran en juego aquí: lo individual y lo estructural.  

En lo individual podemos pensar a Cordera como un “ex rockero que perdió el filtro”, alguien que habla de más, con frases polémicas para permanecer relevante. El problema de verlo solo como un desborde individual, minimiza y oculta el daño que ocasiona  socialmente. Y el modo en que su discurso reafirma  los discursos violentos. 

Pero las frases que utiliza no surgen de la nada, se apoyan en una cultura musical que por años naturalizó que el rock sea un espacio de poder masculino. Cordera es apenas la punta del iceberg en un sistema que justifica  la violencia contra las mujeres. 

El sociólogo Pierre Bourdieu, lo explica cuando habla de violencia simbólica. muchas prácticas y discursos cotidianos (letras, chistes, micromachismos en shows, backstage) sostienen una estructura simbólica que mantiene la desigualdad; no siempre es violencia física explícita, pero produce efectos reales sobre la vida de las mujeres. Esto ayuda a explicar por qué “el rock no piensa en las mujeres”: porque las prácticas culturales lo reproducen. 

El feminismo nos recuerda que no solos se trata de cancelar canciones, si no de ejercitar el pensamiento crítico como una herramienta para cambiar la cultura. Tal vez lo mejor sea cambiar la pregunta y pensar: ¿Este es el mensaje que queremos darles a la juventudes que ingresan al mundo del rock?  ¿Que el talento musical puede estar por encima de los valores más básicos de respeto y cuidado? ¿Que la habilidad con un instrumento es más importante que la integridad de un colectivo tan vital como las mujeres?

Contracultura Hegemónica 

El rock siempre se vendió como un espacio disruptivo, sin embargo sigue reproduciendo el mandato de que las mujeres carguen con las tareas del cuidado que hacen posible que otros brillen en el escenario.

Porque mientras los varones suben al escenario y se convierten en ídolos, las mujeres sostienen la base invisible: son las que llevan a sus hijos e hijas a clases de instrumento, las que bancan los primeros ensayos en casa, las amigas y familiares  que acompañan a los primeros recitales. Presume de ser contracultural, pero su contracultura se apoyó durante décadas en la misma división sexual del trabajo.

Cosificación, merchandising y rock and roll

Esta rebeldía con sesgo patriarcal,  apoyada en una masculinidad hegemónica y tóxica, que se supone que desafía a un sistema político social, construyó así la figura del “rockstar” como un macho alfa. 

A la mujer la pone en tres roles, por un lado el de accesorio del éxito masculino como “grupies”, reduciéndola a su supuesto deseo sexual. Un mero objeto decorativo en el videoclip donde serán hipersexualizadas. Cuando se pone a la mujer en el lugar de objeto, no solo se quita su humanidad y derechos, sino que también se le niega su capacidad de elección. La narrativa común en muchas canciones es que la mujer está "ahí para servir" o "está hecha para amar día y noche", sin quejarse ni alborotarse.

Por otro lado se pone a la mujer en el rol de musa. Históricamente la mujer fue relegada al lugar de  inspiradora pasiva, la figura femenina sirviendo como una fuente de inspiración y un objeto de contemplación, pero sin ser creadora por sí misma. En la realidad muchas de estas “musas”  que inspiraron canciones, eran menores de edad, utilizadas y abusadas. La industria a menudo hizo la vista gorda ante estos comportamientos. Se ha impedido sistemáticamente  a mujeres muy valiosas desarrollar sus capacidades por el hecho de ser mujeres y si no se les ha impedido, se les han puesto innumerables trabas.

Y finalmente pone a la figura de mujer en el lugar de consumidora, en un sistema capitalista, la maximización de las ganancias a través de la producción y consumo masivo. El rock sobre todos los géneros ha sabido capitalizar las diferentes subculturas que lo habitan. Cada subcultura tiene su propia estética, maquillaje, indumentaria, peinados y accesorios, creando así una demanda cuasi obligatoria para quienes se identifican  con ella. 

Las Feministas te vinimos a buscar

Los repudiables dichos de Cordera dejan mucha tela por cortar todavía.  A una semana de que se presente en nuestra ciudad movimientos feministas de Río Cuarto organizaron un escrache en su concierto. La protesta incluyó la interpretación de una canción con la estrofa "Las feministas te vinimos a buscar", expresando el repudio a la reinserción mediática y artística del músico tras años de ausencia en el ojo público.


Al final lo único que todos queremos es vivir la música como lo que es, un espacio donde la gente espera ser libre, es escapismo, es un lugar de alegría. Y si estamos escuchando que hay gente en ese espacio tiene miedo tal vez sea señal de que debemos tomar medidas.  La cultura también educa y la escena local es formativa, cuando una piba entra al mundo del rock cada decisión que ve se vuelve política.  Por ello excluir a los violentos debe ser un gesto pedagógico, que enseña que el arte y la fama no están por encima de los derechos humanos. 

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