Los salarios que paga el campo son los más bajos del mercado laboral

Con el aumento de 17% desdoblado que selló la Uatre y entidades agropecuarias, un peón general ganará a partir de julio $136 mil mensuales.

POLÍTICA - ECONOMIA07 de julio de 2023Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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Especial para La Nueva Mañana

Los sueldos que abonan a sus trabajadores los empleadores del agro siguen estando en la escala más baja de los salarios que se pagan en nuestro país. Cuesta creer que el llamado “campo”, uno de los sectores más pujantes de la economía, que además cuenta con opulentas ganancias en dólares debido a las exportaciones, tenga hoy la mano de obra más barata del mercado laboral en la Argentina. 

Hace apenas unos días, a fines de junio, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) llegó a un acuerdo con las entidades agropecuarias, que incluye a la Mesa de Enlace y la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por un aumento salarial del 17% a los trabajadores “en blanco” desdoblado en dos veces: 10% para junio y un 7% para julio. De esta manera, se determinó que los salarios para los trabajadores registrados en tareas generales, o sea un peón general, cobrará 136 mil pesos mensuales a partir de este mes, siendo uno de los más bajos en medio una economía inflacionaria si se tiene en cuenta, entre otras variables, que la Canasta Básica Total es de 217.915 pesos, según la última medición del Indec realizada el 21 de junio pasado.

Además, las partes acordaron que un capataz comenzará a ganar en julio 166 mil pesos y un encargado, 175 mil. Aquí si bien se puede observar una leve mejoría salarial aún queda lejos de alcanzarse un sueldo digno en un sector donde históricamente el reparto de las riquezas ha sido muy inequitativo. En otras palabras, el campo siempre ha pagado sueldos de miserias por la mano de obra que se encarga de engordar los bolsillos de su empleador.

Sin embargo, cabe aclarar que en estos días el gremio presentó ante la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) un pedido para que se adelante la reapertura de paritarias, ya que el mencionado 17% dio cierre a las negociaciones salariales correspondientes al año pasado. Aún no ha llegado la respuesta, por lo que se espera que recién a mediados de agosto las partes se sienten nuevamente a negociar sobre la base de lo que son hoy los ingresos paupérrimos de los trabajadores rurales. 

 En el mes de marzo detectaron en Córdoba cuatro campos con trabajadores 
en situación precaria. Foto: Renatre.
Una mala costumbre que ya se les hizo callo a los patrones
A manera de ejemplo y según pudo corroborar quien escribe, en 2008, en plena crisis por la Resolución 125 que aumentaba las retenciones a las exportaciones agrícolas, a un cosechero de algodón en el norte de Santa Fe le pagaban 50 pesos la tonelada. Por supuesto que primero hacía su trabajo la cosechadora, pero lo que dejaba sin cosechar la máquina lo hacía el trabajador de a pie. ¿En cuánto tiempo y con cuántas personas se logra juntar una tonelada quitando a mano los capullos de la planta? La jornada comenzaba bien temprano (aprovechando el peso del rocío sobre el algodón) para una familia de cinco integrantes y terminaba cuando se escondía el sol, con la esperanza de haber cosechado los mil kilos entre todos. A veces se lograba, otras no.

Con las constantes devaluaciones de nuestra moneda, esos 50 pesos en 2008 equivalen a unos 7 mil pesos actuales como premio para una jornada de trabajo de cinco personas durante unas 12 horas. Queda claro que al campo no le hace falta ninguna reforma laboral para abaratar aún más la mano de obra de sus trabajadores; los pequeños sueldos que paga apenas si están por sobre los ingresos para no ser considerado un asalariado indigente. Pero igual exigen una reforma laboral ya. ¿Por qué? Porque el yugo que se ejerce sobre los peones no debe aflojar jamás, como históricamente se ha acostumbrado la patronal del campo. No vaya a ser que por aflojarles la soga, a los peones se les ocurra reclamar derechos laborales.

Los sueldos en la actividad porcina, también por el piso
Los criaderos de cerdo han crecido a lo largo y ancho del país debido la demanda creciente del mercado, que ve cómo los consumidores optan cada vez más por la carne porcina debido al precio de la vaca. Los trabajadores que se desempeñan en este sector específico tienen un salario apenitas superior al peón rural. En junio, un peón general cobró 140 mil pesos, mientras que un trabajador especializado llegó a 150 mil y un encargo alcanzó los 182 mil pesos. 

 
De lo rural a lo urbano
No sólo los sueldos que paga el campo son de los más bajos del mercado, sino que los derechos del trabajador también son más difíciles de aplicar en el sector rural, muchas veces por la falta de controles de la cartera de Trabajo, otras por la dinámica de las actividades que allí se realizan, dificultando la organización de los trabajadores, y otras por la “familiaridad” entre patrón y peón, quienes suelen pertenecer a un mismo pueblo, frecuentar los mismos lugares y hasta compartir los mismos amigos. 

En cambio, en el ámbito urbano las condiciones para los trabajadores suelen ser mejores que en el campo, incluyendo los salarios. A manera de ejemplo mencionamos algunos sueldos testigo de trabajadores que se desempeñan en diferentes rubros y sectores:

Un empleado de comercio, que engloba a un administrativo, a un vendedor, maestranza, a un cajero, a personal auxiliar, etc. cobra, actualizado a julio, un salario básico de 210 mil pesos promedio.
Un empleado bancario recibe un sueldo básico de 400 mil pesos.
Un docente provincial, unos 240 mil pesos.
Un operario de fábrica oscila los 320 mil pesos.
Un obrero de la construcción gana unos 185 mil pesos promedio.
Un gastronómico en general recibe un salario de 240 mil pesos promedio, mientras que un trabajador de una casa de comida rápida cobra unos 220 mil pesos mensuales.
 
Qué dice el Indec sobre el índice de salarios 2023
Según los indicadores oficiales que maneja el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la mayoría de los gremios lograron al menos empatarle a la inflación, y algunos lograron mejores leves por encima de la misma. Dos factores son los que más preocupan en la cartera de Economía: el primero es el precio de los alimentos, que pudo haber desacelerado el ritmo en junio, pero las remarcaciones son constantes. La otra preocupación tiene que ver con una variable netamente política: las elecciones. En este sentido, las negociaciones con el sector empresarial para morigerar la suba de precios se vuelven más complejas cuanto más se acercan las elecciones.

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