El Remisero de la Muerte exige le compren una notebook

En la cárcel desde 2010 por degollar una mujer , quiere que el estado le compre una notebook Assus para sus estudios en la UTN.

POLICIALES - JUDICIALES 30 de junio de 2018 Pérez Darío Eduardo Pérez Darío Eduardo
muerte
Logo que utilizaba en su face EL REMISERO DE LA MUERTE

TOMAS CONTRERAS  en un siniestro personaje que está en la cárcel desde hace 8 a años por degollar a una vecina con la cual estaba obsesionado en marzo de 2010. Hoy a punto de cumplir la condena es estudiante de Ingeniería en Sistemas de la información en la UTN San Francisco  y ahora exige  que la Provincia de Córdoba  le compre una notebook Asus para sus estudios universitarios. Habitualmente es llevado y custodiado  a la universidad para cursar sus materias. En las redes sociales se hacía llamar EL REMISERO DE LA MUERTE  y anticipaba todos sus acciones antisociales.

EL "Remisero de la Muerte" , como todo detenido con condena,  todos los meses   recibe en  depósito una suma  de dinero por parte de la Provincia de Córdoba. Cuando recupere la libertad recién  dispondrá de ese monto como ayuda para re-insertarse en la sociedad. Así lo explicitan las leyes  nacionales y provinciales. Por intermedio de la AsesorÍa Letrada, ; pide al Fiscal Bernardo Alberione le autorice sacar anticipadamente parte de esos fondos para comprar  una notebook Asus de última generación. A la fecha hay $ 70.000  en su cuenta de Banco Córdoba. 

En un país en crisis, donde muy pocos estudiantes  pueden adquirir una notebook  de  última generación, el pedido puede ser legal, pero provoca una fuerte reacción por parte de los estudiantes  que nunca cometieron un delito  y ni en sueños pueden acceder a una máquina similar.

“Le corté el cuello, mientras le gritaba por qué no me había dejado entrar a su vida”
 En marzo de 2010, Tomás Contreras, trabajaba hacía un tiempo como operador de la empresa de remises, que hasta hacía poco le pertenecía a Graciela Gioino, la madre de Marina. Este joven de 21 años de edad, tenía una cuenta de Facebook, en ese sitio, cargaba fotos tétricas y mensajes de muerte. Según la misma víctima relató, allí,

Tomás se hacía llamar “el remisero de la muerte” y señaló algunos mensajes que el joven posteaba en esa página.Al parecer, Contreras estaba obsesionado con Marina. Sentía “amor” hacia ella que no era correspondido. Aun así, la víctima aseguró que ellos tenían una hermosa relación de amistad y que hablaban mucho, pero el chico jamás le declaró su amor ni le dio a entender que los sentimientos para con ella eran distintos al de un amigo.
Él tenía su número de teléfono y varias veces le mandaba mensajes de texto preguntándole en dónde estaba, o cuando ella pasaba caminando, él la paraba y le preguntaba hacia dónde se dirigía.  A lo que Perulero muchas veces le respondía con humor, “que te importa”. La mujer reconoció que nunca sospechó que él estuviera enamorado de ella ni mucho menos obsesionado al punto de hacerle lo que le hizo.
Cuando Perulero se enteró que había sido Tomás el agresor, le costó creerlo, por la relación tan cercana que ellos tenían. La mujer continúa con tratamiento psicológico, pues ha sido muy duro para ella la situación vivida, todo lo que debió atravesar. En un momento en la audiencia, la joven se acerco hacia el tribunal y mostró las cicatrices en su cuello y nuca.
: “Le corté el cuello, mientras le gritaba por qué no me había dejado entrar a su vida”
 En una de la audiencias del juicio, luego que la joven se retirara de la sala, retornó Contreras y decidió declarar ante el tribunal. Relató que eran amigos, que hablaban mucho y que él se había enamorado de ella, pero no era correspondido. “No me daba bolilla y eso me enfurecía”, confesó el joven. Los compañeros del trabajo bromeaban con él, le decían que era un pendejo, que no le iba a dar bola.
“Aquella noche la vi cuando llegó a su casa, después vino de mala manera y me preguntó por un compañero, entonces en un momento de furia pensé, voy y le pego”, relató el imputado. Aseguró que estaba enojado, furioso, entonces recordó que tenía una sevillana en la mochila, la agarró y trepó el tapial de la casa de Perulero.
Fue imposible que la piel no se le erizara a todo aquél que estuviese escuchando tal declaración, con frialdad, como si fuese algo simple lo que estaba diciendo. Explicó hasta la posición en que la mujer se encontraba y cómo la había abordado para acabar con su vida. “Estaba acostada boca abajo y le corté el cuello, gritándole por qué no me había dejado entrar a su vida. Después la golpeé con la mano abierta sobre la cara”, relató el remisero.
Fue un momento muy tenso y hasta doloroso para quien lo escuchara, pero Contreras dijo que tuvo que pegarle dos veces más porque luego del primer golpe, Marina se despertó. Y para finalizar el macabro relato, dijo: “Le costaba respirar, después le corté el cuello, pero seguía respirando y yo quería que dejara de respirar, que dejara de moverse”.
Contó en el jucio  que cuando estaba golpeándola pensó que se “había mandado cualquiera”. Cuando se vio la mano con sangre no supo qué hacer, salió y volvió a la remisería. Declaró  que lo primero que se le ocurrió fue llevarse la moto de Perulero para simular un robo, volvió a la casa, vio las llaves sobre la mesa y se llevó el vehículo y el celular de la joven. Cuando llegó la policía al lugar, Contreras se despegó del hecho y cuando lo llamaron a declarar repitió que no sabía nada de lo que había pasado.
Sin embargo, a la semana volvieron a citarlo para prestar declaración y el chico confesó lo que había sucedido. 

La docente pasó más de una semana en el hospital reponiéndose, pero la rehabilitación le llevó cerca de cuarenta días.  Sin embargo nadie puede asegurar a ciencia cierta cuanto tiempo le llevará recuperarse en todos y cada uno de los aspectos. Pues como ella misma aseguró en la carta, hoy existe otra Marina, ya que aquella joven feliz y con ganas de vivir, murió el 5 de marzo de 2010. Hoy vive a miles de kilómetros de San Francisco para escapar de este siniestro personaje.

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