
Telas y plásticos en auxilio del verde
De los creadores de "estan de moda la casas con palet" ahora llega "con los $10.000 de la IFE se puso una peluqueria".
SECCIONES - OPINIÓN24/05/2020En el último mes hemos empezado a leer en los medios hegemónicos notas con títulos como “Cobro los $10 mil pesos y se puso una peluquería”, “Cobró la IFE y se puso una verdulería”. Esta tendencia a nivel nacional no es más que una nueva cara de un fenómeno que venimos leyendo en los últimos 5 años, la romantización de la pobreza.
Esta emergencia sanitaria se a convertido en una especie de radiografía irrefutable de la verdadera situación del país. Desde el comienzo del aislamiento social obligatorio los más afectados fueron aquellos trabajadores del sector informal, aquellos que subsisten con las “changas” del día a día, los que trabajan en “negro”, los que son obligados a inscribirse como monotributistas para que el empleador no tenga que pagar los “gastos de tener un empleado”.
Ante la emergencia económica que obligó a muchos a arriesgarse a salir a trabajar en medio de un pandemia, eligiendo el peligro del contagio antes que morir de hambre, el gobierno tomó medida económicas para paliar la situación. Bonos para jubilados con la mínima. la para aquellos que cobran la AHU y otros planes del gobierno.
Parada en la cola de un almacén de un barrio “bien” de San Francisco escucho a los vecinos discutir a través de sus barbijos “esto es todo un invento del gobierno para dar más subsidios y crear más vagos que no trabajen y después los voten”. Lejos de la idea de que esta pandemia nos iba a volver mejores seres humanos, la precariedad de la situación para muchos no logró conmover los corazones de las clases medias y altas; si no todo lo contrario, aumentó la aporofobia.
Pero muchos de quienes llevan años reclamando el asistencialismo del gobierno, se encontraron hoy con una nueva realidad. Son ellos que como consecuencia de la cuarentena no tienen cómo pagar el alquiler, la luz y todos los servicios. Ante esta realidad imposible de negar el gobierno volvió a tomar una nueva medida económica para aquellos sectores que quedaron relegados, se creó el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Y ahora volvemos a los títulos que nombramos al inicio de la nota. Si bien para el ojo distraído y cansado parecen palabras inocentes, esconden ideas peligrosas. Bajo una falsa forma de aceptación a ser los beneficiarios de un subsidio, dividen a quienes los cobran en dos grupos, aquellos que son “capaces” de reinvertirlos y salir de esta crisis con un emprendimiento, que enrealidad los sigue atrapando en un sistema laboral precario e informal. Y un segundo grupo que ellos denominan “planeros” que son acusados de malgastarlos y no vivir de la forma humilde que el ideario colectivo imagina debe ser la forma de vida de un “pobre”.
No hay romanticismo en un hogar que usa esos $10 mil pesos para cubrir el monto del alquiler, la luz y comprar una garrafa. No hay gloria en una hornalla prendida con una madre intentando racionalizar el arroz para que alcance para todos. Así como no hay humildad en vivir sin darse ni un gusto que el burguesismo considere que sólo él puede poseer.
Desde la comodidad de sus hogares viendo Netflix en sus pantallas gigantes, comiendo alguna delicia que un delivery, al que no le dieron propina, les acaba de llevar; es fácil catalogar a los otros por su falta de “capacidad” para multiplicar la migajas que se les dan.
Romantizar la IFE y la pandemia, es mitificarla, crear ideales inalcanzables para la gran mayoría, y desligarse de las responsabilidades sociales y económicas como sociedad. Es una vez más culpar al pobre de su pobreza porque no tuvo una idea o no tiene un oficio para aprovechar y crear su propia empresa. Es seguir dando carta blanca a los empresarios que precarizan a sus empleados porque los consideran un gasto. Seguir fomentando la idea del autónomo que todo lo puede, aunque ahora esos mismos autónomos no tengan como trabajar.
Telas y plásticos en auxilio del verde
En la mira : Jabones, postrecitos , papel higiénico y sidras.
Una costumbre local que puede terminar enfermandonos. Y si la plata no alcanza lo que hay que cambiar es la política económica, no vivir como esclavos.
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La alimentación debe realizarse con moderación, utilizando el sentido común, ya que ningún extremo es bueno, y comer un día por encima de nuestras necesidades y otro día nada para equilibrar, perjudica gravemente la salud, insiste la especialista.
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