Crímenes sin resolver en San Francisco: LA MASACRE DEL RULO Y LA NEGRA

Quizás el más violento en la historia local. Dejaron caer , los periodistas de FMR90.7 llegaron hasta la pista santiagueña. Barrale amigo de la Mona y referente de la noche local.

POLICIALES - JUDICIALES 06 de enero de 2020 Pérez Darío Eduardo Pérez Darío Eduardo
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La casa del horror, demolida años atrás.

LA MASACRE DEL RULO Y LA NEGRA. LAS RAÍCES DEL NARCOTRÁFICO EN SAN FRANCISCO  2O AÑOS DESPUÉS EL CASO SE CERRÓ  SIN HABER ENCONTRADO A LOS ASESINOS. 

Era la noche del jueves 16 de diciembre del 93, una casa de Avenida Cervantes al 3600 se transformaba en el escenario de un brutal crimen que sacudió a San Francisco. Los cuerpos del Rulo y la Negra yacían en el piso de aquella finca, fueron masacrados a puñaladas, hachazos y balas. Uno de los casos más estremecedores en la ciudad, donde narcotraficantes, estafadores, uniformados y políticos se dieron la mano. 

Quienes  debutamos como  periodistas en el  caso,,nunca  podremos  olvidar  el  horror  de ver los cuerpos mutilados  , rematados  a  sangre y  fuego. En  esa  época  no  existía   wasap ,  ni  internet,  En aquella época los  hoy es  FMR90.7   ,  era  un  programa de  FMR  GALAXIA,   estudio  en  el  cual  solía  aparecer  RULO  para opinar sobre política,  todos  los  mediodías  leía  Clarin   en un  mítico bar  de  la  avenida  Libertador.

Quiénes eran

Él era el hombre más respetado en el ambiente de las drogas y la noche, Raúl Guillermo Isidoro Barrale, más conocido como “El Rulo”, tenía 44 años y una vida ligada al mundo del narcotráfico. Era el encargado de negociar y hacer circular la droga en San Francisco y alrededores. La traía de Santiago del Estero y comercializaba en la ciudad. Tenía vendedores que trabajaban para él y conocían muy bien sus movimientos. Este dealer de los 90, era amigo y compartía reuniones con el cuartetero más famoso de Córdoba, La Mona Carlitos Jiménez ,consta  en la  causa  que  lo  acompañó  en algunos  bailes de la región. 

A bordo de su Coupe Fuego blanca, el Rulo inspiraba respeto y miedo a la vez, hombre sereno, tranquilo, socialmente reconocido por su actividad,solía  lucir una llamativa  cadena de oro.  Vivió un tiempo en España donde estuvo preso. Tenía un grupo reducido de amigos con los que compartía reuniones y fiestas en su casa de calle Cervantes, hoy tirada abajo.

Miriam del Valle Márquez, conocida por todos como “la Negra”, era la pareja de Barrale hacía aproximadamente tres años. Una morocha vistosa y muy llamativa que no pasaba desapercibida en la calle. Era prostituta y desde que estaba en pareja con el Rulo dedicaba su tiempo a acompañarlo en sus negocios. Aunque la droga maneja mucho dinero, la pareja llevaba una vida modesta y alquilaban la casa donde vivían.

El Rulo y la Negra eran muy reservados y cautos en su vida cotidiana, ya que el negocio así lo requería. Además siempre estaban atentos, miraban por la mirilla antes de abrir la puerta a alguien y si había visitas y algún cliente aparecía, no atendían a nadie. Si bien estaban en el negocio de la “merca”, nunca tenían cocaína en la casa, ya que tenían vendedores que trabajaban para ellos y distribuían a pedido.

Posiblemente Barrale sospechaba que podían venir a arreglar cuentas, pues según relatan allegados a la pareja, los días anteriores a ser asesinados estaban raros, nerviosos. Habían dejado expresamente dicho a su círculo cercano que el jueves 16 de diciembre no fueran a su casa porque esperaban gente.

El día del crimen

Barrale era el personaje más buscado del narcotráfico por la policía en San Francisco, esperaban el momento justo para detenerlo. Después de una larga investigación que llevó varios meses, con un dato preciso de que el día 17 de diciembre habría una entrega o comercialización en la finca del Rulo, el Juzgado Federal de Bell Ville ordenó un operativo.

Temprano en la mañana la policía se apostó en la puerta, escondida del otro lado de la ruta a montar guardia. Más de dieciséis horas frente a la casa y no había movimientos extraños, “era raro, porque algunas personas golpeaban la puerta y nadie abría”, contó uno de los uniformados de la época. La policía no podía ingresar a la vivienda porque aun no recibían la orden del juez.

Alrededor de las 21 horas del día 17, fue el hijo de Barrale quien saltó el tapial e ingresó a la casa, preocupado porque nadie le abría. El joven miró desde arriba y se encontró con la peor escena, dos cuerpos sin vida brutalmente asesinados. La Negra estaba boca abajo, semidesnuda en el baño, con la puerta derribada sobre sus piernas, en contra del inodoro y el bidet. Tenía varias puñaladas en el cuerpo y dos disparos de arma. Mientras que el Rulo estaba en el piso de la habitación, su cuerpo tenía disparos de escopeta y dos cortes en el cráneo, producto de golpes con alguna herramienta pesada.

La investigación

Raúl Rodríguez, comisario retirado de San Francisco, fue uno de los uniformados que participó en la investigación. Primeramente cuando se intentaba dar con el mayor proveedor de droga de la ciudad y la región, y luego en intentar esclarecer sus muertes, sin dudas ligadas al mismo ámbito. “El móvil había sido el narcotráfico, y un presumible ajuste de cuentas, ya que la forma en la que fueron masacrados así lo denotaba”, dijo Rodríguez.

“La forma en la que fueron asesinados daba cuenta de un ensañamiento, estaban cumpliendo con una amenaza hecha con anterioridad. Como estaban los cuerpos y las manchas de sangre diseminadas por la casa, hacían presumir que hubo resistencia y defensa por parte de ambos”, explicó el ex comisario. La Negra de inmediato se encerró en el baño, pero los homicidas tiraron la puerta abajo.

La casa de calle Cervantes estuvo cerrada por tres meses, para preservar la escena del crimen. Una investigación exhaustiva y minuciosa, con pocas personas fue precisa para no ensuciar nada y tratar de sacar la mayor cantidad de pistas posibles. El caso estuvo a cargo del Juez de Instrucción, Roberto González Castellano, y tres policías averiguaban e indagaban sin descanso, atendiendo a cada pista que pudiera surgir.

Hipótesis

Aunque el 17 se hallaron los cuerpos, con seguridad habían sido asesinados el día 16, pues el estado que presentaban los cadáveres así lo hacía pensar. Además, en todo el viernes 17 no había existido movimiento alguno, seguramente cuando la policía llegó a montar guardia, los cuerpos ya estaban sin vida.

La principal hipótesis que se barajó desde el comienzo fue un ajuste de cuentas, presunción que fue confirmada por un testigo que conocía muy bien los negocios de Barrale. El Rulo habría pagado una deuda con billetes falsos a los capos del narcotráfico en Santiago del Estero. Este testigo fue clave para atar cabos y llegar a desentrañar cómo se había producido el hecho, no sólo conocía al dedillo lo que había sucedido sino que además puntualizó quienes habían acabado con estas dos vidas.

Después de largos meses de investigación, el caso estaba resuelto, sin embargo la policía fue detenida para que no actuara. Este doble homicidio estuvo estrechamente vinculado con el narcotráfico en Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán. Se vislumbraron conexiones con altos jefes policiales y del gobierno de Santiago.

Según pudo conocerse, el Rulo hacía las transacciones y era el nexo entre los grandes proveedores de aquella provincia y consumidores de la ciudad y la región. Además, había tres profesionales adinerados de San Francisco que trabajaban con Barrale, dos de ellos hoy retirados de su trabajo. Eran una especie de financistas del negocio.

Dentro de la historia aparecen muchos personajes, algunos fueron asesinados y otros aun viven en la ciudad. Indudablemente este caso del Rulo y la Negra es la prueba cabal de la existencia del narcotráfico y su vinculación con políticos y policías, veinte años atrás. Cualquier parecido con la actualidad, no es pura coincidencia.

LO  QUE  PUDO  AVERIGUAR  FMR90.7  SOBRE  LOS  SICARIOS

La investigación logra conectarse  con  un ex- vendedor de drogas  en  Santiago  y   deriva  a 2  policías  de  Santiago  del Estero y  otro  de  Mendoza.  Llegaron camuflados como vendedores de frutillas en  lo  que  hoy  la  Costanera  Seca,  entonces  un  yuyal.  Desde allí, monitorearon  dos  días  los  movimientos  de sus victimas . Cuando  llegó  el  momento,  golpearon la puerta  y  en un  descuido se metieron  en la casa  e  hicieron  el  desastre  humano.El policía  que terminó sus  días  en Mendoza, fue  asociado  a  las  grupos de  tarea de  la última dictadura civico-militar. 

Como  la  canción de  Gustavo  Ceratti, " otro  crimen quedará  sin resolver" ,  hoy  la  mayoría  de  políticos,  profesionales   y  prestamistas, todos  implicados, están muertos  o  se los tragó la historia.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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