Para Llaryora el candidato a Intendente de San Francisco es ...

La madrugada del domingo pasado, a la salida de un evento privado, el intendente de San Francisco, Damián Bernarte, recibió un disparo en su abdomen. El principal acusado es un reconocido odontólogo, casado con una funcionaria municipal vinculada sentimentalmente al responsable del Ejecutivo municipal. A ni siquiera una semana del ataque y con una investigación judicial que recién empieza , la batalla política por conocer si Bernarte será candidato a la intendencia o le reemplazará otro no se demora por la proximidad de las votaciones de fines de abril. Hoy no se conoce el estado mental del D.B. o que hará con su vida, mientras tanto La Voz de San Justo intenta posicionar al Gustavo Klein en una tapa, en la práctica sera Martín Llaryora el tomará la desición final . Un análisis muy interesante fue publicado por La Letra P , replicado en público.
El círculo de confianza de Bernarte le había recomendado “acomodar” ese frente. La intromisión en la vida privada se enmarcaba en necesidades propias de una campaña que lo tendría como el protagonista de la sucesión del binomio de amigos de la infancia y socios políticos, Llaryora y Aresca. Lo cierto es que la tragedia personal de Bernarte se trasladó al escenario político y configuró un problema concreto (otro más) para el intendente de la ciudad de Córdoba en su camino hacia El Panal.
Fuentes estrechas que conviven con Llaryora en el Palacio 6 de Julio anticiparon que Bernarte no quedó fuera de la competencia electoral. “Llaryora no lo tiraría por la borda por una situación como la que vivió Bernarte”, anticipan los indulgentes pasos del jefe. Sin embargo, exponen una escala de variables que deberían despejarse exitosamente. La primera dimensión es la física. Si bien los partes médicos de Bernarte marcan una buena recuperación, se desconoce las secuelas de sus heridas. La segunda, es de carácter psicológico. “¿Cómo procesará este trauma?”, la pregunta que varios peronistas comenzaron a hacerse cuando la vida de Bernarte salió de la zona de riesgo.
Detrás de este humanismo protocolar, sigue la variable política. Como era de esperarse, el equipo de Llaryora hace cálculos en su “kilómetro cero”. Dicen que ya tienen sondeos listos para concluir que Bernarte goza de buena salud política, pese al suceso. Si su recuperación integral es óptima, el llaryorismo ratifica el regreso de Bernarte al municipio y –admiten- a la cúspide de la boleta. El optimismo no le gana al pragmatismo: el peronismo sanfrancisqueño reconoce que tienen que activar el Plan B: Gustavo Klein.
El entonces presidente del Concejo Deliberante asumió el miércoles pasado como intendente interino, del interino Bernarte. Prometió continuar el trabajo de Llaryora, Aresca y, por supuesto, del malherido. Juntos por el Cambio (JxC) intentó jaquear este plan de emergencia de instalación electoral con una revuelta institucional. En conferencia de prensa, el aliancismo exigió la repatriación de Aresca.
“Ante los hechos debemos centrarnos en la incertidumbre a la que someten a los vecinos de la ciudad, buscando ahora, a través de maniobras políticas más de índole electoral que institucional, instalar a Klein como el segundo intendente interino en menos de un año”, remarcó el aliancismo la intencionalidad en la víspera del año electoral.
Aresca continuará en Diputados porque, para Llaryora, la casa está en orden. El culebrón no justificaría un enroque que lo haga perder a su único alfil en el bloque schiarettista, que incorporaría a otro hombre del riñón del gobernador si se produjera la renuncia. El ministro de Agricultura, Sergio Busso, sería el reemplazante.
Sostienen que, con boleta única con el rostro de Llaryora en el papel y comicios municipales pegados, la elección en San Francisco estaría asegurada con un efecto de arrastre, con las correspondientes tareas de instalación de Klein, que ya comenzaron.
Aresca no puede aspirar a un tercer período y sí así fuera, Llaryora tampoco quiere que su amigo deje la mesa política de la campaña provincial para oficiar de candidato municipal o complete el mandato. La aclaración es sospechosa y hay razones para tenerla en cuenta.
La re-reelección de intendentes por medio de la reforma en la Legislatura de la ley electoral modificada en 2016 no es una idea que duerma el sueño de los justos. Todo lo contrario. Autoridades municipales interesadas aún exploran las vías y dedican horas al lobby político para lograr el debate cuando la gente esté bajo los efectos distópicos del Mundial de Fútbol.
De todas maneras, hay un plan C que no se descarta, aunque deberían acomodarse factores externos, que exceden al peronismo. En un escenario estadístico adverso para quien resulte el sucesor municipal de Aresca, y si hay re-re, en el estrecho círculo de Llaryora no descartan la opción del diputado.
Llaryora pisa sobre seguro en su territorio más allá de los reacomodamientos de coyuntura. Advierten que no hace falta su presencia para hacer control de daños. La estrategia de la campaña provincial seguirá apuntando al sur y al conurbano cordobés.
Pérez Darío Eduardo
