Lo que molesta es lo que se ve.

Días atrás se pudo leer en los medios de la ciudad la respuesta del oficialismo ante el pedido de relevamiento social en la ciudad, en un intento de ocultar el hambre que se vive en la ciudad. Aseguraron que la oposición solo quiere un “número frió”, y dejaron en claro que ellos hacen mucho por la ciudad.

SECCIONES - OPINIÓN 10 de julio de 2018 Pérez Natalia Pérez Natalia
pobreza

Ahora la realidad, desde el 2016 hasta hoy el numero de comedores se incrementó de 3 a 12, y el número de personas que asisten se elevó a 1600 personas. Si bien estos números son alarmantes, no llegan a mostrar toda la realidad.

1600 personas asisten comedores y merenderos todos los días en San Francisco, según las personas que organizan la comida cada día, en los últimos meses se ha notado no solo incremento de personas, sino también el incremento del hambre. Los chicos llegan desesperados, antes se tomaban una taza de leche o mate cocido con unas tostadas y se iban; hoy llegan antes que nosotros, nos esperan en la puerta, se toman desesperados dos tazas en vez de una. Para muchos es la única comida del día, o al menos hasta la noche.
En barrio la Milka los comedores y merenderos se organizan entre ellos, uno le da a los chicos el desayuno y el almuerzo, el otro les da la merienda y una vianda para compartir en familia a la noche a su casa.

Los chicos llegan antes y se van horas después de la entrega, los más grandes hasta se ofrecen a cocinar. Hay mas necesidades que solo un plato de comida, los comedores se convierten en un espacio de contención y esparcimiento. Juegan, leen, ven películas, hacen los deberes.

Unas de las organizadoras nos relataba que uno de los niños no había ido en unos días y se preocuparon, fueron a la casa haber que había pasado. Los atendió el nene y con lágrimas en los ojos les contó que no iba porque se le habían mojado las zapatillas y como era las únicas que tenía no podía ir ni al comedor, ni a la escuela.

Historias parecidas se replican por todos los barrios, hermanos que comparten un par de zapatillas para ir a la escuela uno lo usa a la mañana y otro a la tarde, familias donde 3 hermanos se ven obligados a compartir las frazadas por las noches, sin nada con que calefaccionarse.

Una maestra de primaria describía con la voz entrecortada como los chicos se duermen las primeras dos horas de clase porque tienen la panza vacía. Cuando le dan el desayuno del Paicor reviven y se ponen a estudiar. No se le puede enseñar a un chico con hambre para muchos es la primera comida y única comida.

Pero no se trata solo de los más chicos, cada vez hay más adultos viviendo en situación de calle o en viviendas improvisadas y precarias. En las escalinatas de la Iglesia Catedral un grupo de hombres se organiza para sobrevivir el frió en las noches, mientras pasan el día corriendo detrás de changas por comida. Los vagones de las vías se llenan de familias enteras que ya no pueden pagar alquileres. Los asientos de la terminal están ocupados por personas buscando un lugar donde pasar la noche.

Las políticas neo-liberales nacionales, sumada a la asistencia ineficiente de municipal oprimen sin piedad a los sectores más vulnerables. Desde el oficialismo hablan de programas de capacitación, de entregas de garrafas; pero no pueden explicar porque los barrios donde funcionan las guarderías gratuitas son los barrios con mayor número de personas en los comedores. No tienen respuesta cuando se les pregunta sobre un plan de contención para los meses que no funciona el Paicor. Tampoco pueden explicar porque rechazan todos los proyectos de la oposición para crear un refugio para personas en situación de calle.

Los comedores, las ONG y las donaciones privadas se convierten en reemplazos de un estado ausente. Mientras tanto desde el palacio se niegan a llevar a cabo un relevamiento que muestre el verdadero mapa de necesidades en la ciudad. Ese número frió del que hablan es el que quieren ocultar, porque lo que realmente les molesta es la diferencia que se ve. Es reconocer que existe hambre en la ciudad, que hay desnutrición y un abandono total de los barrios periféricos. Los relevamientos no ganan campañas, los canteros con flores y palmeras, y las Tecnotecas si lucen bien en las fotos. Mientas quienes deberían hablar de esto se ve amordazado por una pauta obscena de 40 millones de pesos, que alcanzarían para alimentar a toda una ciudad.

Natalia Pérez. 

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