Acueducto Santa Fe-San Francisco ¿Obra monumental o bomba de tiempo ecológica?

Impactanta informe de Revista Sur.

LOCALES08/10/2025Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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El Gobierno provincial ha puesto en marcha un megaproyecto para traer agua desde el río Paraná hasta la ciudad de Córdoba, con diversas derivaciones que beneficiarían una importante porción del norte de Santa Fe y parte de la provincia de Córdoba.¿Una obra monumental o una bomba de tiempo?Un informe de Revista El  SUR siembra dudas sobre el megaporyecto  y la calidad del agua acarreada, Por Guillermina Delupi
 
El acueducto interprovincial Santa Fe-Córdoba es un proyecto de infraestructura hídrica que transportará agua potable del río Paraná a San Francisco , Frontera  y otras localidades de ambas provincias, beneficiando a cientos de miles de habitantes. La primera etapa, actualmente en ejecución, incluye 144 km de conducto troncal y 345 km de ramales, mientras que una futura segunda etapa conectará hasta la ciudad de Córdoba, aumentando significativamente los beneficiarios. 

Según fuentes oficiales, el objetivo principal es garantizar el abastecimiento de agua potable en regiones clave de ambas provincias, buscando mejorar la infraestructura hídrica, generar redundancia (esto es: añadir componentes que aseguren la continuidad del servicio en caso de algún fallo) y reducir la dependencia de las fuentes actuales.

Este proyecto -fruto de acuerdos entre Córdoba y Santa Fe que datan de 2011- fue aprobado por el Gobierno Nacional en octubre del año pasado, mediante el Decreto 874/2024 y la financiación proviene en parte del Fondo Saudita para el Desarrollo (SFD), con un préstamo de aproximadamente 100 millones de dólares para la primera etapa (el monto total de la obra asciende a los US$ 440 millones), a ser cubierto en partes iguales por ambas provincias.

La obra se divide en dos etapas: la primera, entre Coronda (Santa Fe) y San Francisco (Córdoba), buscaría beneficiar a 410.000 habitantes.

Esta etapa inicial empezó el año pasado, en Coronda, con la instalación de cañerías y la construcción de la Planta Potabilizadora. Una segunda etapa prevé extender el acueducto hasta la ciudad de Córdoba, sumando 1.2 millones de beneficiarios, abarcando 144 kilómetros de conducto troncal y 345 kilómetros de ramales, lo que impactará en 54 localidades.

La justificación oficial para este megaproyecto es la “seguridad hídrica” ante la sequía, ya que el río Paraná siempre tendrá caudal.

¿Obra esencial o despropósito ambiental?

Con la megaobra en marcha, distintas voces se alzan con preocupación, tanto ambiental como económica. El Foro Ambiental Córdoba, presidido por Federico Kopta, en abril pasado solicitó al Ministerio de Ambiente y Economía Circular una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) y una Audiencia Pública para el proyecto.

 “Todavía no hemos tenido ninguna respuesta formal, aunque informalmente nos dijeron que harán la obra sin la evaluación de impacto ambiental porque son sólo seis kilómetros los que entran dentro de la provincia de Córdoba. Pero por más que sean pocos kilómetros, hay que asegurar que el agua que llegue no tenga plaguicidas. Nos dijeron que lo iban a controlar después, pero si lo controlás después es tarde, porque ya hiciste la obra; nosotros consideramos que como la obra implica potabilización, aunque se haga afuera de la provincia de Córdoba, al implicar después distribución de agua, en este caso en San Francisco, sí requiere estudio de impacto ambiental”, asegura Kopta.

Su postura es clara: dado que el proyecto implica potabilización y distribución de agua a más de 10.000 habitantes, la ley exige un EIA y una Audiencia Pública, algo que el Gobierno, hasta ahora, ha eludido.

Una de las principales objeciones de Kopta radica en la calidad del agua del Paraná.

“Lo que ellos plantean es la cuestión de la seguridad hídrica; si acá hay mucha sequía, entonces hay que tener una fuente que siempre va a tener agua, básicamente. Y el argumento que ellos esgrimen es que el Paraná supera muchas veces la cantidad de agua que tenemos en Córdoba. Pero el río Paraná es lisa y llanamente un sumidero de todos los agrotóxicos de la cuenca chacopampeana”, sostiene el ambientalista.

Y asegura que existen estudios como el que realizaron especialistas del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente, del Conicet y del Instituto Universitario de Seguridad Marítima (publicados por Environmental Monitoring and Assessment) que muestran la presencia y destino de agrotóxicos en los ríos Paraguay y Paraná. “Estudios que además señalan que en la cuenca del Paraná se esparcen más de mil quinientos millones de litros/kilos de agrotóxicos por año”, refiere Kopta.

Otro trabajo de la Universidad Nacional del Litoral muestra “récords mundiales de concentraciones de herbicidas, glifosato y glufosinato de amonio en peces del río Salado, el cual desemboca en el río Paraná, río arriba de donde estará la toma de agua, en Coronda”.

 Con todos estos datos e informes, la calidad del agua es cuestionable. Pero además del riesgo de la calidad del agua, el proyecto implica un costo energético y económico considerable. El presidente del Foro Ambiental señala que el bombeo de agua a lo largo de 200 kilómetros y una elevación de más de 300 metros requerirá numerosas estaciones de bombeo, lo que generará un alto gasto de energía y, consecuentemente, emisiones de gases de efecto invernadero. “Ese gasto de energía tiene como consecuencia la emisión de gases de efecto invernadero. Además, un costo que implica el gasto de la energía más el costo de la obra en sí”, afirma. A esto se suma que el volumen de agua que llegaría a la ciudad de Córdoba (1.500 litros por segundo) es “un porcentaje relativamente chico” frente al consumo actual de la ciudad, que en picos máximos puede alcanzar los 8.000 litros por segundo.

El geógrafo Pablo Sigismondi refuerza estas críticas calificando la obra como “contranatural y de un enorme costo socioambiental y energético”. Asegura que el proyecto requerirá la necesidad de “plantas de bombeo de 10 mil HP (caballos de fuerza) ya que con el acueducto planteado desde el río Paraná se deben salvar los 388 metros de desnivel para traer el agua”. Con lógica aplastante, se pregunta: “¿Por qué el empecinamiento de acarrear agua desde el río Paraná cuando el río Ctalamochita (río Tercero) aporta esta agua al mismo río Paraná?”.

El geógrafo subraya que Córdoba es una provincia con una enorme riqueza de aguas y de aprovechamiento racional de los ríos: “Córdoba fue pionera en obras y centrales hidroeléctricas no sólo en la Argentina sino también en el mundo”.

Frente a esta costosa y compleja obra se plantean alternativas que, según los especialistas, serían más razonables, económicas y ambientalmente amigables.

Kopta sugiere “incrementar el agua traída desde el dique Los Molinos, que tiene potencialidad de abastecer más o traer agua desde la cuenca del río Tercero, específicamente del embalse Arroyo Corto o el complejo Cerro Pelado”.

Estas fuentes, ubicadas río arriba, no presentan los contaminantes de las zonas urbanizadas y requerirían una elevación de solo 90 metros en un recorrido de 100 kilómetros.

Sigismondi es aún más contundente sobre la alternativa del río Ctalamochita: “Desde Piedras Moras brota el agua que es el nacimiento del río Ctalamochita. Ahí el gasto de energía para elevar el agua es mínimo, porque incluso se podría sacar el ducto directamente desde el lago de Piedras Moras, sin necesidad de siquiera bombearla”.

 En cuanto a la calidad, asegura que “el agua que está naciendo allí está en muy buenas condiciones, no tiene nada que ver con el agua que traeríamos del río Paraná, porque además es agua prácticamente cristalina, pura. El agua del río Paraná, por los aportes sedimentarios que trae la cuenca del Bermejo, está llena de sedimentos y esto también nos va a producir un gasto extra de energía para poder sacarlos; además de la contaminación de una cuenca que abarca 60 millones de hectáreas de soja, una cuenca que viene de Paraguay, de Brasil, de Bolivia y de todo el noreste argentino. En resumen, es un despropósito querer sacar agua de un río que está altamente contaminado, cuando en nuestra provincia este río está prácticamente en condiciones puras”.

Desde revista El Sur se buscó a la ministra de Ambiente y Economía Circular Victoria Flores, para consultar sobre la realización de la EIA y la Audiencia Pública que pidieron los ambientalistas en abril, pero no hubo respuesta.

El Acueducto Interprovincial Santa Fe - Córdoba, que se presenta como una obra de infraestructura clave para el futuro hídrico de la región, sigue sin despejar los interrogantes económicos, ambientales y sociales.

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