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Las pericias y el análisis de la escena del crimen realizadas por el forense Mario Vignolo, serían uno de los indicios principales para probar el agravante de "alevosía".
POLICIALES - JUDICIALES 02 de septiembre de 2024El martes por la mañana se retomará el debate del juicio oral y público, con jurados populares, por el doble homicidio de Nicolaza Rosa Frontera (79) y Antonio López (78), ocurrido en la zona rural de El Tío el 13 de marzo de 2023. El imputado, Emilio López, tendrá la última oportunidad de declarar ante la cámara criminal de San Francisco.
Los titulares de la cámara, Claudio Requena, Guillermo Rabino, Alejandro Acuña; y los jurados populares tendrán la difícil tarea de deliberar si López es hallado culpable de homicidio triplemente agravado por alevosía, por el vínculo y en criminis causa por su abuelo Antonio; y homicidio doblemente agravado por alevosía y criminis causa por Nicolaza.
En el inicio de la jornada, la fiscal de Cámara Consuelo Aliaga Díaz y la asesora letrada a cargo de la defensa, Marcela Beccaría, darán sus alegatos finales. La fiscal, durante los testimonios, centró su defensa en demostrar uno de los agravantes, la alevosía.
La alevosía es una circunstancia agravante que implica cometer un delito a traición y sobre seguro. Es decir, que el culpable utiliza medios, modos o formas adecuadas para asegurar la comisión de un delito, eliminando del todo o en parte las posibilidades de defensa de la víctima.
El testimonio del médico forense de tribunales, Mario vignolo es de especial importancia para la fiscalía. En su declaración explicó a los jurados que él estuvo a cargo de la autopsia de los cuerpos. En ambos casos la causa de muerte es traumatismo de cráneo por un perdigonazo de escopeta a corta distancia. También explicó que en el caso de Antonio presentaba un hundimiento de cráneo consistente con un golpe en la cabeza, que se cree fue efectuado con una vara hallada en el lugar de los hechos con marchas de sangre. Los disparos se realizaron con una escopeta de un cañón calibre 16.
Si bien Vignolo aclaró que no estuvo presente en la escena del crimen, analizando las fotos de la misma explicó los patrones de sangre documentados en el lugar. Los perdigones son los proyectiles del cartucho de escopeta, que consisten en pequeñas esferas de plomo u otro metal. Cuando es dispara se abre y se forma una rosa de dispersión.
Tomando esto en cuenta se cree que el acusado le habría pegado a su abuelo primero, y antes que este mismo se incorporara del suelo le habría disparado. Las manchas de sangre a 10 centímetros del suelo apoyan esta teoría. El tirador habría estado del frente a su víctima pero lateralmente.
En el caso de Nicolaza, quien dormía una siesta en la cama de su pareja, se cree que se despierta con el sonido del primer disparo he intenta incorporarse pero le dispara antes que logre hacerlo. Las manchas de dispersión de sangre por encima de la altura de las almohadas lo corroborarían.
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