Día del Padre : La vergonzosa licencia por partenidad de sólo 2 días

Argentina entre los países más atrasados en la licencia por partenidad

EL PAIS15/06/2025Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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 Se identifica un primer obstáculo en las normas sociales de género, vinculadas a estereotipos y mandatos de masculinidad, cuya columna vertebral es el ideal del hombre fuerte, autónomo, autosuficiente, omnipotente, “la idea que los hombres no tenemos que cuidar ni cuidarnos”. Esta característica se puede ver, por ejemplo, en el acercamiento de muchos varones al sistema de salud y a los cuidados recién cuando son padres, recorrido que difiere de las mujeres que suelen ser socializadas para adquirir habilidades de cuidado y maternidad desde la infancia. “Eso supone un desafío en términos de resocialización de género, que como recién comienzan a hacerlo en la vida adulta va a ser más torpe, más dificultoso”, lo dice Lucho Fabbri es Lic. en Ciencia Política y Dr. en Ciencias Sociales, y coordinador del área de masculinidades de Grow- género y trabajo,  una organización que tiene el propósito de promover espacios de trabajo diversos, inclusivos y libres de violencia.

 Dichas normas no dependen de los sujetos exclusivamente, sino que se producen y reproducen a nivel colectivo, institucional, estatal, en los diferentes espacios en los que las personas se mueven, socializan y consumen, como instituciones educativas y religiosas, medios de comunicación, la industria del entretenimiento, la legislación y las políticas públicas. “Existen obstáculos culturales, emocionales, económicos y estructurales. Falta información, falta compromiso social, faltan redes entre varones, y obviamente hay muy pocas o pobres políticas públicas - denuncia Criado - los medios fueron cambiando, pero todavía muchos refuerzan estereotipos. Falta mostrar a varones en roles de cuidado cotidianos sin que eso sea excepcional. Falta mostrar errores, procesos, vínculos reales. Narrativas que no idealicen, pero tampoco castiguen. Que permitan identificarse, sentir que ser un papá presente es posible y transformador”.


Un ejemplo paradigmático de cómo el Estado y la legislación reproducen un modelo de desigualdad es la Ley 20.744 de contrato de trabajo que en el artículo 172 establece solo dos para la licencia por paternidad. “En este momento las licencias por paternidad son vergonzosas y la ley es de hace 50 años. Y esto no parece escandalizar a nadie. Muchas familias tuvieron padres distantes o ausentes y no saben la importancia de una paternidad presente y activa”, señala el padre de Cata y Juli. “Esa legislación nos habla de una expectativa, en torno al rol, que los hombres padres pueden asumir, que en ese caso no alcanzaría mucho más que para ir a tramitar el DNI. Entonces no podemos solamente exigir una mayor implicación de los hombres en los cuidados sin transformar institucionalmente esas barreras que obstaculizan a una dedicación mayor de los hombres”, agrega Fabbri.

Si bien durante los últimos años se ha incorporado la igualdad de género a la agenda pública y administrativa, todavía el tema queda reducido exclusivamente a las mujeres y falta un acercamiento más profundo a los modelos de paternidad, como si no se tratara de una problemática de poder y relacional. “Necesitamos políticas públicas que habiliten y promuevan el cuidado como derecho y como responsabilidad compartida: licencias igualitarias, educación emocional desde la infancia, formación para equipos de salud y educación. Porque un padre presente implica igualdad para las mujeres, mejores cuidados para niñas/os y adolescentes, y mejor estado de salud para ese padre. Todos los estudios que se hicieron en el resto de Latinoamérica y el mundo muestran estos avances cuando se implementan políticas para favorecer este involucramiento de parte de los varones”eñala Criado(.El Destape)

 

  
 

La evidencia indica que la paternidad es un momento excepcional para acercarse al universo de los cuidados y al sistema de salud, espacios históricamente feminizados, y que dicho ejercicio genera beneficios y avances significativos para todo el conjunto social: “no solo por lo transformador de la experiencia,  sino porque al mismo tiempo permite conectar con el universo del cuidado del cual tradicionalmente los hombres estamos distanciados. Eso puede impactar y mejorar el vínculo con esa crianza, brindar seguridad y autonomía en la gestión, y también ser un beneficio para el propio hombre que empieza a autocuidarse, a registrar sus propias necesidades de cuidado – detalla el Dr. En Ciencias Sociales - desde ahí puede fortalecer su autoestima, su confianza, su salud integral mejorando su adherencia al sistema de salud, disminuyendo los consumos problemáticos, disminuyendo las posibilidades de ejercicio de violencia contra él mismo, contra otros hombres, y contra las mujeres y diversidades”.

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