Femicidio de Lucía: las mujeres de su vida relataron el calvario que vivía

Amigas, primas y vecinas, todas se sentaron de espaldas al femicida cuando relataron los planes de Lucía para escapar de él.

POLICIALES - JUDICIALES 13/11/2025Pérez NataliaPérez Natalia
lucia montaña

El jueves por la mañana comenzó la segunda audiencia del juicio por el femicidio de Lucía Montaña, ocurrido en la localidad de Laspiur, con Drago “Quico” Demetrio como acusado. El crimen tuvo lugar en noviembre de 2024.

Durante cuatro horas, familiares y amigos de la joven relataron cómo fueron los últimos días.

El testimonio de su tía Carla fue clave para comprender el contexto de violencia en el que vivía Lucía. Para entender su historia hay que retroceder varios años, hasta cuando tenía apenas 14 y se “casó” por primera vez con Belco, con quien tuvo tres hijos varones. La relación era conflictiva: discutían con frecuencia y su marido le era infiel. La familia se dedicaba a vender productos como ambulantes y tenían una casa en Deán Funes.

Alrededor de los 21 años, Lucía inició un romance con Drago Demetrio, quien al principio le brindó contención, pero también la introdujo al consumo de alcohol y marihuana. Finalmente, se escaparon juntos. Lucía dejó a sus hijos con el padre, sabiendo que no podía mantenerlos, aunque cada mes les enviaba ropa y viajaba a visitarlos.

Esa situación despertó los celos de Quico. Le prohibía ver a sus hijos, gastaba el dinero que ella ganaba y comenzó a maltratarla. Lucía empezó a aislarse de su familia para evitarles más problemas. Del otro lado, los conflictos se agravaban: Quico era primo de su exmarido, algo muy mal visto dentro de la comunidad. Para evitar un enfrentamiento mayor, las familias llegaron a un acuerdo y pagaron una dote y una multa para que Lucía permaneciera con el imputado. La vendieron.

La vida de Lucía se volvió cada vez más precaria y violenta. Su tía recuerda que el propio padre de Quico la llamó una tarde para advertirle que se llevara a su sobrina, porque su hijo podría matarla si seguían discutiendo. Para entonces, Lucía ya había sido madre nuevamente, pero incluso controlaban el tiempo que pasaba con su beba. Cada vez que amenazaba con irse, Drago la intimidaba diciéndole que mataría a sus dos hijos menores.

Carla intentó rescatarla: le pagó los pasajes para que viajara a Rosario, donde vive su madre. Pero una vez más, Lucía regresó con él. El contacto con su familia era cada vez más escaso.

Un mes antes del femicidio, Quico fue captado por una cámara de seguridad robando, motivo por el cual sus padres los obligaron a mudarse a Laspiur. Fue el principio del final. Allí Lucía quedó completamente sola, a merced de un hombre que usaba su dinero para comprar hojas de coca y otras sustancias. Vivían en una carpa improvisada con palos y lonas, donde dormía junto a su beba. Lucía había llegado al límite.

Tenía un plan: esperaba el día del cobro de la asignación de sus hijos para, esa misma madrugada, tomar un colectivo y regresar a Deán Funes. Su idea era alquilar una casa y vivir junto a sus cuatro hijos.

Ese día hizo mucho calor, y Lucía fue a la casa de su amiga Tatiana, al otro lado del pueblo, para refugiarse. Le contó que necesitaba escapar del calor, ya que en su carpa no había sombra. Quico había viajado a Las Varillas a comprar hojas de coca. Allí bebió y bailó con amigos; al caer la tarde encendieron un fuego e hicieron un asado. En esa reunión, Lucía confesó que estaba decidida a irse.

Quico llegó gritando, furioso porque ella estaba allí tomando. Intentó quitarle a la bebé, pero Lucía no lo permitió. Él se marchó alterado. Un rato después, el matrimonio anfitrión la llevó de regreso a su casa y se quedó unos veinte minutos para asegurarse de que todo estuviera bien. La actitud del acusado era fría, distante y silenciosa.

Aún se desconoce en qué momento comenzó la discusión. A la mañana siguiente, Drago llegó a la casa de su vecina Violeta con la bebé en brazos, pidiéndole que calentara agua para la mamadera y preguntando por Lucía. Fingió buscarla durante casi una hora, hasta que regresó gritando que la había encontrado ahorcada detrás de la carpa donde vivían.

Violeta recuerda solo haber corrido hacia su amiga y desmayarse al verla tendida en el suelo.

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