Preocupante: 4 de cada 10 sanfrancisqueños no fueron a votar

Son el grupo más nuemeroso del padrón, más que los ganadores

LOCALES27/10/2025Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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Con la  participación más baja que en elecciones anteriores, sólo el 62% de los vecinos  de San Francisco se apresentó este  domingo a las urnas para emitir su voto., que en la práctica  4 de cada 10  no hayan ido a votar de los 58000  habiltados es un golpe a la democracia  y sumados son más que el propio ganador local.

Los resultdos , desmontan la lectura superficial que reduce la indecisión a desinterés cívico. Por el contrario, expone una ciudadanía atravesada por el agotamiento, la precarización y el desencanto, pero que mantiene intacto su compromiso democrático: casi todos los participantes manifestaron su intención de concurrir a votar, a pesar de no saber por quién hacerlo.

La economía como trauma corporal
El malestar económico opera como la gran preocupación transversal, pero no se manifiesta como una abstracción estadística sino como una experiencia integral de precarización de la vida. Los testimonios recogidos en los grupos focales revelan que la imposibilidad de ahorrar, el deterioro del poder adquisitivo y el retroceso en el consumo se encarnan en el cuerpo, en el estado de ánimo, en la pérdida de horizonte vital.

"Estoy laburando más que nunca y no me alcanza para nada, es como correr en una cinta no llegas a ningún lado". La metáfora condensa una experiencia generalizada de esfuerzo sin recompensa, de trabajo sin progreso. Otro testimonio expresa la ruptura de expectativas que atraviesa a las clases medias: "Antes alquilaba y pensaba en comprar algo, ahora ni pienso, ya está, y no sé cómo voy a seguir alquilando".

La consultora registra diferencias generacionales y geográficas en la vivencia de esta crisis. Entre los menores de 50 años del conurbano, el malestar económico aparece ligado a una precarización laboral más reciente, experimentada como injusticia. En los mayores del interior, predomina la sensación de haber retrocedido material y simbólicamente respecto de lo que habían logrado construir.

Los relatos dan cuenta de una temporalidad quebrada: el dinero, que antes articulaba proyectos, ahora genera angustia constante. Esta situación empuja hacia estrategias de supervivencia psíquica: "Si pienso en cómo están las cosas, me angustio y por eso trato de no pensarlo porque si no vivo angustiada, por eso miro series, o me refugio en mis hijos".

Para los habitantes del conurbano, especialmente los menores de 50 años, a la crisis económica se suma la inseguridad como preocupación central. No solo como hechos delictivos concretos, sino como atmósfera de amenaza permanente, como imposibilidad de relajarse. Una sensación de intemperie que se traduce en la pérdida de libertad de movimiento y en el repliegue hacia lo privado.

El clima emocional de la época
El estado anímico dominante que emerge del estudio podría describirse como gris: una mezcla de angustia, agotamiento, bronca contenida y resignación. Se vive un presente opaco, sin promesas de recomposición. Las asociaciones proyectivas de los participantes recurren sistemáticamente a imágenes climáticas adversas: lluvias interminables, túneles sin salida, días eternamente nublados.

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