Uy, te rompiste los cruzados! Atención que en Córdoba existe una nueva forma de tratarlo sin ir sí o sí al quirófano

Avances

08/05/2025Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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(Por Juliana Pino en Infonegocios) En la práctica de algún deporte, la ruptura del ligamento cruzado anterior (LCA) suele significar cirugía y meses fuera de las pistas. Sin embargo, un grupo australiano propone un enfoque distinto: un tratamiento conservador que evitaría la cirugía… pero que implicaría tener la rodilla inmovilizada en flexión durante tres meses. 

 
 
El protocolo Cross Bracing del Dr. Cross sugiere que ciertos tipos de lesiones del LCA podrían cicatrizar por sí solas si se mantiene la rodilla inmovilizada entre 90 y 135 grados de flexión durante un mes, seguido de un uso progresivo del inmovilizador por dos meses más. La lógica es biomecánica: esa posición permitiría que las fibras del ligamento roto se acerquen y cicatricen de manera espontánea. 

Pero la pregunta es: ¿es viable? ¿realmente funciona? “No es una intervención que recomendaría”, afirma Lucas Marangoni, doctor especialista en Traumatología y Ortopedia del Sanatorio Allende. El doctor tiene una postura firme al respecto: “Me parece un protocolo muy traumático para el paciente. Tener la rodilla en flexión 24/7 durante un mes sin apoyo, incluso para dormir o bañarse, genera muchos riesgos: trombosis, rigidez, atrofia muscular. Yo, como médico y potencial paciente, basándose en el nivel de evidencia actual, no me sometería a ese tratamiento”. 

En Argentina, y en gran parte del mundo, la tendencia médica actual es la opuesta: movilizar la articulación lo antes posible tras una lesión ligamentaria. La evidencia clínica muestra que la movilidad temprana mejora la recuperación y reduce complicaciones en lesiones ligamentarias. “Mantener la rodilla inmóvil tres meses es ir contra todo lo que hemos aprendido en rehabilitación”, agrega Marangoni. 

¿Qué dice la evidencia?

 El estudio australiano menciona un 90% de cicatrización en las resonancias. Pero al analizar en profundidad, se ve que solo el 50% de los pacientes lograron volver al deporte con éxito. El otro 50%, si bien mostró signos de cicatrización en imágenes, no recuperó el nivel funcional necesario para volver a competir. 

“Eso está por debajo del porcentaje de éxito que tenemos hoy con una buena cirugía y un plan de rehabilitación bien ejecutado. Además, la limitada calidad metodológica del estudio podría introducir sesgos que afecten la validez de los resultados”, advierte Marangoni. 

¿Entonces, para quién sirve? 

Marangoni aclara que no todas las rupturas del LCA requieren cirugía. Hay pacientes con lesiones parciales o con rodillas estables que pueden manejarse con fisioterapia, reposo deportivo y seguimiento clínico. “En esos casos, evaluamos cuidadosamente la resonancia, el examen físico y otros factores, como la edad del paciente y el tipo de actividad que realiza. Pero no usamos este protocolo. “Actualmente, no se estaría usando en Argentina de manera sistemática”, comenta el especialista.

El tratamiento Cross Bracing podría considerarse en lesiones agudas muy específicas, en pacientes bien seleccionados, no deportistas de élite, y sin otros factores de riesgo. “Pero pensar en implementarlo de forma generalizada, actualmente es poco realista. En Australia, donde se originó, se están realizando las principales investigaciones, pero su uso no está ampliamente estandarizado ni aceptado aún. Actualmente en ningún continente se ha incorporado de manera significativa en la práctica médica. Y eso, en medicina, dice mucho”. 

El tiempo lo dirá (pero la ciencia manda) 

Con la globalización, los centros médicos de todo el mundo comparten investigaciones en tiempo real. A pesar del interés mediático que pueda generar una técnica “no quirúrgica” para el LCA, lo que prima es la seguridad y efectividad para el paciente. Marangoni concluye con una reflexión clave: “El mejor ligamento es el nativo. Si hay una posibilidad real de conservarlo, la consideramos. Pero no a cualquier precio. La medicina no es matemática. Cada paciente es distinto y merece un tratamiento individualizado. Y si un tratamiento no tiene evidencia fuerte y genera más riesgos que beneficios, es nuestra responsabilidad decir que no”.

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