Despidos en Lear: Se viraliza carta de un ex empleado

Cientos de familias pasarán una amarga navidad

LOCALES25 de noviembre de 2024Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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Circula por las redes una dolida  carta escrita por un ex empleado de Lear con motivo de los cientos de despidos en la planta San Francisco :                                           

Carta Abierta
San Francisco, 24 de noviembre 2024

Hoy escribo desde el dolor y la impotencia, con el corazón destrozado, para compartir una realidad que no debería ser la de nadie. Trabajé en la fábrica autopartista LEAR en la ciudad de San Francisco desde mediados del año pasado, con la esperanza de construir un futuro, de conseguir la estabilidad que para muchos es un sueño casi inalcanzable.

En este tiempo, fui parte de un equipo que ayudó a crear más de 50.000 autos. Cada día le puse el cuerpo y el alma al trabajo, aún cuando eso significaba enfrentar dolores físicos, como la tendinitis que afectó mis manos y piernas, o ir a trabajar enferma para no faltar, porque sabía que mi esfuerzo era necesario. Hice 10 kilómetros diarios en bicicleta, lloviera, hiciera 40 grados o un frío insoportable.

Al llegar, nos enfrentábamos a un ambiente “climatizado” que en la realidad era una mentira. En los días más helados del invierno, cuando las temperaturas no subían de los 0 grados, nuestras manos ardían y se congelaban al punto de no poder moverlas. En pleno verano, cuando el termómetro marcaba más de 40 grados, el calor sofocante nos hacía bajar la presión. En ambos casos, nos mentían, inventando que los aires acondicionados o la calefacción estaban descompuestos para que no nos quejáramos del dolor, como si eso solucionara algo.

Pero no fui solo yo quien vivió estas condiciones. Tengo compañeras que, estando embarazadas, soportaron el calor extremo y las largas horas de trabajo, con la esperanza de ser efectivizadas después de más de dos años de dedicación. Esa efectivización nunca llegó. También están las que, con apenas tres meses de haber dado a luz, tuvieron que dejar a sus bebés para volver a trabajar, porque no podían permitirse perder el único sustento para sus familias.

En todo este tiempo, fuimos números. Peones en un tablero donde los sacrificios diarios de nuestras vidas no parecían importar. Soportamos maltratos de personas que no eran mejores que nosotros, pero que creían tener derecho a humillarnos por estar en un puesto más alto. Nos retaban por reírnos o por hablar entre nosotros. Nos juzgaban por llorar cuando no podíamos más. Nos castigaban con maltratos y burlas si necesitábamos ir al baño más de lo que ellos consideraban “normal”. Incluso nos discriminaban por nuestro peso, negándonos chaquetillas de talles grandes como si fuera una forma de humillarnos.

Y ahora, justo antes de las fiestas, nos avisan que nos quedaremos sin trabajo. Nos quieren hacer firmar un “retiro voluntario”, diciéndonos que además de la indemnización que nos corresponde, nos darán un “regalo” de casi dos millones de pesos. Pero cuando hacemos cálculos, esa suma no es un regalo: es simplemente lo que nos corresponde por ley. Nos manipulan para que renunciemos y nos privan incluso del derecho al seguro de desempleo, dejando nuestras vidas en el aire.

No somos solo 350 personas. Somos familias enteras que hoy quedan a la deriva, sin rumbo, sin certezas. Mientras algunos cuentan millones, nosotros nos quedamos sin trabajo, sin una caja navideña para nuestros hijos, sin la posibilidad de un regalo para ellos en Navidad, sin esperanza.

Escribo esta carta no solo por mí, sino por todas las personas que se encuentran en esta situación. Por mis compañeras que dieron todo por esta empresa. Por quienes, a pesar de las adversidades, seguíamos creyendo en que valía la pena darlo todo. Solo pedimos algo básico: empatía y justicia.

Este no es un problema político, no es un tema de partidos. Es una cuestión de humanidad. Es hora de que alguien escuche y haga algo, porque no merecemos esto. Nadie lo merece.

Anónimo

                 

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