Una herida abierta en la memoria y el corazón de San Francisco

Hermana de un joven desaparecido en los meses previos de la dictadura de 1976, abogada y ferviente luchadora de los derechos humanos y la identidad, Edelveis Almada, relata su lucha desde la noche que secuestraron a su hermano hasta hoy.

LOCALES 24 de marzo de 2022 Pérez Natalia Pérez Natalia
Brian Carlson, artista plástico estadounidense
Cuadro que forma parte de la exhibición itinerante de retratos de desaparecidos a lo largo de la Argentina

Edelveis Almada relata su historia cuando en 1975, meses antes del golpe de Estado, su hermano Elvio, fue secuestrado. Analiza las similitudes entre las reacciones de la sociedad y los medios de comunicación  hoy, y su vivencia personal hace 42 años. También expone la complicidad de las fuerzas policiales locales para encubrir las desapariciones. Y un duelo que nunca termina.

 -¿Cómo fue su vida con su hermano Elvio, crecer juntos?

-Elvio nació en balnearia, pero empezamos la primaria en Arroyito, hasta que murió mi mamá cuando éramos chiquitos, mi hermano Elvio tenía 8 años,  yo tenía 7 y nuestro hermano Daniel tenía 3. Vivimos parte de nuestra infancia ahí, después que fallece mi mamá nos venimos a San Francisco, donde hicimos parte de la primaria y la secundaria. Mi hermano iba a la escuela San Martin,  tenía vocación por la música, la lectura, la escritura y por el arte. No se había educado mucho, tampoco tuvo demasiado tiempo, porque cuando a él lo secuestran tenía 21 años.

 -En el libro Ausencias Presentes usted contó la historia de un autorretrato. ¿De que se trababa?

-Es un autorretrato que dibujo cuando yo estaba en mi primer año en Córdoba, o sea que al poco tiempo antes de que se lo llevaran. Hizo un dibujo a lápiz mirándose en el espejo. Con el tiempo, cuando lo secuestran, mi papá quema y tira libros, porque nos hicieron varios allanamientos. En ese momento, yo recupero el autorretrato. Y bueno, lo quiero mucho, porque es poco lo que me quedó de él, sólo fotografías. Tiene un valor especial también porque detrás hay un poema que él escribe, creo que ese dibujo era para regarle a su novia. Siempre me llamo la atención, cada tanto lo doy vuelta y lo leo,  fue como una premonición de lo que pasó después, cuando él tenía 21 años. 

-Todos los que lo conocieron lo describen como una persona generosa, siempre preocupado por los demás. ¿Cómo era?

En el primer testimonio que yo di, con mi padre y mi otro hermano, relaté que el último recuerdo fuerte que yo tengo de mi hermano, fue cuando  estaba en Córdoba estudiando y él se fue a verme y me invito a comer. Fuimos a un lugar para estudiantes, y cuando estábamos comiendo vinieron dos chicos y sacaron las sobras del plato. Habíamos comido costeletas y cada uno de los chicos agarró un hueso.  Recuerdo que me puse muy mal, y mi hermano me dijo, ves eso es lo que yo quiero cambiar, todas esas cosas que pasan deben cambiar, tiene que haber un cambio positivo en la sociedad, y eso es lo que nosotros buscamos.  Elvio era una persona de alma buena, con esa la pureza que podía tener un joven de esa época. Tenía muchos amigos que lo querían y lo recuerdan, sobre todo por la solidaridad, porque siempre tenía una sonrisa, y siempre un buen augurio.

 -¿Cómo fue la noche de su desaparición?

A él lo llevan con dos amigos con los que se reunía siempre, Osvaldo Messagli, el chino le decían  y Eduardo Scocco.  Vivía frente a la plaza General Paz, en una pensión. Se juntaban a tocar la guitarra, como nos juntábamos todos los estudiantes, como se deben hacerlo hoy. . Esa noche parece que habían estado jugando al ajedrez, porque había un tablero en la mesa. Entró a la ciudad  gente armada y varios autos grandes. . Llegaron al lugar donde ellos estaban y se los llevaron golpeándolos sido unas 20 personas para 3 chicos, que eran delgados y estaban desarmados. No eran delincuentes ni gente armada, los llevaron a la fuerza esa noche del 30  de diciembre.

 -¿Cómo se enteraron ustedes de lo que pasó?

Mi padre conoce la situación al otro día, se comunica con unos familiares que teníamos a Mar del Plata, preguntando se sabían algo, si tenían alguna manera de averiguar qué es lo que había pasado acá en San Francisco. Ellos a través de un contacto de una policía federal, que estaba en una repartición anti-subversiva, averiguaron que efectivamente habían venido a la ciudad a llevar a 3 subversivos de tal calle, que hacían rato que venían haciendo la logística e investigación. Que estos pertenecían a una organización  subversiva y que en ese momento se los habían llevado a Buenos Aires. ¡Lo cual es falso! Porque no los llevaron  a Buenos Aire, solo quisieron desviar la atención. De todas maneras mi padre busca en Córdoba, pero allá nadie sabía nada. Yo estudiaba allá, tenía 20 años, y salía a buscarlo a todas las reparticiones, en todas partes. Por ejemplo fui al Cabildo, en  donde siempre supuse que podría haber estado, fui a la cárcel, al Tercer Cuerpo del Ejército  y nunca pero nunca, me dieron noticias de él.

- ¿Ustedes piensan que podría haber pasado por la D2?

-Estuve preguntando si podría a haber pasado por la D2. Cuando llevaban otras personas de acá los legalizan y quedaban a disposición del poder ejecutivo, pero a la vez los hacían declarar. Los tenían como judicializados, lo que significaba en el momento de la dictadura judicializar. Esas declaraciones fueron tomadas bajo amenaza o tortura, yo me hice de algunos expedientes y encontré algunas en las que uno de los presos que se llevaron, decía que le habían nombrado a Elvio. Le preguntaron si lo conocía. Uno de los que lo estaban torturando le dijo que no se  haga problema porque Almada ya estaba mirando los rabanitos del lado de abajo. Mi hermano había desaparecido en diciembre, eso habrá sido en marzo ya casi empezando abril. 

-¿Hubo complicidad de la policía local?

Mi padre era un comisario retirado, fue a hablar con sus colegas, especialmente con uno de apellido Córdoba, y nadie sabía nada. Pero después una persona que quería mucho a mi papá le dijo que  quien estuvo a cargo  fue el oficial Córdoba,  era alguien que mi papá había ayudado mucho. Este hombre  había estado en mi casa, incluso rebobinando nos acordamos que iba a comer con su familia, y Elvio decía no le gusta que valla. En una ocasión mi hermano llegó y él estaba en su habitación, mirando los libros y las revistas que compraba. Después supimos que todo eso lo informaba a la policía, era un alcahuete, digamos. Un tiempo más tarde una señora que tenía un quiosco, le dijo a mi papa que vino la policía a ver que compraba Elvio. Ella no le dio demasiada información, pero preguntaron que compraba, que leía y a adónde iba. Esas eran las pesquisas, las investigaciones que hicieron, que después terminaron en el secuestro.

- ¿Es verdad que esa noche   la policía tenía orden de no patrullar?

-Si había una orden de no patrullar. Cuando yo me recibo y me vengo acá, lo primero que hago es pedir que siga el expediente por el secuestro de mi hermano. Estamos hablando en el año 84, me abren el expediente con pocas ganas, incluso tuve que hacer trámites jurídicos para que el juez me diera el legajo. Se enojaron conmigo porque estaban todavía jueces que habían jurado en el proceso. Cuando lo pedí que me dijeran quienes eran las personas q estaba esa noche del secuestro de mi hermano, y  se libre un oficio a la jefatura donde conste quien estaba de turno y cuál había sido el movimiento de esa noche, nadie lo quería hacer. Al final lo entregan diciendo que el libro ya no existía. Con posterioridad una persona, que era sumariante, fue a hablar con mi papá, y le dice que  el comisario les ordenó romperlo y responder que no estaba esa información. Pero vino gente a mi casa  a decirme que sabían cómo fue lo que paso, que la verdad era que en ese momento había orden de no patrullar.

- En esa época ¿Cuál fue la reacción de la sociedad de San Francisco?

- Nadie quería hablar, muchos decían que no se enteraron. Fue, como es ahora, carente de solidaridad, más preocupados por lo que pasa en África, preocupados por el qué dirán y el tener un auto nuevo; totalmente indiferente a lo que pasaba. Y en muchas familias el algo habrán hecho, a mí no me pasa yo hago lo correcto, por algo será.  Como hubo gente que también me sorprendió por la solidaridad, compañeros míos de la escuela, las madres de dos compañeras que me llamaban para decirme que ella rezaban por mí y por él, y que me consolaban. Esa época fue bastante triste.

 -¿Cuál fue el tratamiento que le dieron los medios locales a las desapariciones?

- Acá hay medios a los que yo no fui más, porque  avalan la teoría de los dos demonios,  como nos llevaban a nosotros, nos hacían preguntas sobre nuestros desaparecidos.  Nosotros con todo el dolor del mundo contábamos los que nos había pasado, contábamos que habían sido torturados, contábamos lo que mucha gente desconocía. . Inmediatamente después de eso traían otra persona para que dijera que los desaparecidos nuestros estaban en Europa con la plata que se habían llevado, cuando muchos de ellos estaban muertos y habían sido entregados sus cuerpos acribillados.

 - ¿Cómo te involucraste con la agrupación de derechos humanos?

-Cuando mi hermano desapareció empecé a buscar gente que le sucediera lo mismo,  empezábamos a armar grupos para ir a determinados lugares. Ya cuando estaba por volver la democracia, se crearon grupos de derechos humanos.  Yo iba a todos, por último fui a la CONADEP. Cuando vino acá nadie quiso acompañarme, yo sola los recibí a las 7 de la mañana frente a la municipalidad. Ya en democracia nos dieron un lugar muy pequeño y dos máquinas de escribir para que hiciéramos todas las denuncias de San Francisco. A muchas las hice yo, por motus propio, detallando más o menos los datos que sabía. Sobre muchos de los desaparecidos de acá no se supo nada, sobre todo los desaparecidos antes de 1976. El 24 de marzo se forma la comisión, que ya cumplió 20 años. Lo más que podíamos  hacer era tratar de difundirlo, dar clases en las escuelas.

-¿La esperanza de encontrar a tu hermano sigue intacta?

Todos los familiares nos hemos hecho una extracción  de sangre para compararla con el banco del grupo de antropología forense. Yo tuve, y tenemos la esperanza, de que mi hermano por la época en que lo había llevado y por la proximidad de La Rivera con el cementerio San Vicente, donde se encontraron muchos NN pudiera estar ahí.  Yo, probablemente me muera sin saber.  Pero la esperanza se mantiene, de que en algún momento, nos dicen, bueno acá lo encontramos. Nos hubiera gustado saber cómo han sabido algunos por ejemplo, que fue lo que ocurrió. Cual fuero los últimos momentos de él, nunca tuvimos eso, al menos si tuviéramos los restos podríamos empezar el duelo.

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