Por la crisis en el sector, los productores de papa prefieren no levantar la cosecha para no perder dinero, en lo que ya califican como el peor año de la última década

Informe Bichos de Campo

EL PAIS18/09/2025Pérez Darío EduardoPérez Darío Eduardo
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En el semáforo que, mensualmente, difunde Coninagro, la papa es uno de los sectores que tiene reservado cómodamente su lugar en la luz roja, que aglutina a todas aquellas producciones que, por problemas de precios, falta de competitividad o restricciones comerciales, hoy están en crisis.

En el caso de la papa, hay un poco de cada uno de esos condimentos, y esa es la razón por la que las postales que llegan desde el sector no muestran mejoras, sino todo lo contrario. Ahora, muchos productores prefieren directamente abandonar la cosecha antes que levantarla y perder dinero.

 “Los productores de papa del sudeste de Buenos Aires están dejando de levantar cosechas y abandonándolas en el campo debido a la crisis de sobreproducción y la caída de los precios, lo que los lleva a trabajar a pérdida”, informó el sitio especializado Argenpapa. Nuevamente, un baldazo de agua fría desde el sector, que está lejos por ahora de asomar cabeza.

Consultado por Bichos de Campo, el director de ese medio, que es también agrónomo y productor de papa en Balcarce, Sergio Constantini, aseguró que “este es el año más crítico de los últimos 10” y señaló que, hoy por hoy ”es más caro levantar la papa que dejarla bajo tierra”.

Lo complejo de esta situación es que, de acuerdo con el diagnóstico que también hacen desde la Federación Nacional de Productores de Papa (FENAPP), es difícil apuntar los cañones a un único responsable.

“En esto no le podemos echar la culpa al gobierno ni al dólar barato. Lo que se está dando es un combo de cosas que nos deja fuera de competencia”, explicó el presidente de la entidad, Alfredo Pereyra, que justificó la difícil decisión de los productores de pasar el disco de arado y sembrar sobre los tubérculos porque “no queda absolutamente ninguna ganancia al cosechar”.

 

Si hoy conviene dejarla echarse a perder en la tierra antes que llevarla al mercado, es porque, literalmente, la papa para los productores no vale nada. De acuerdo a las estimaciones de Pereyra, para una bolsa que en el mercado se baja a 3000 pesos, el productor afronta no menos de 2500 pesos de costos, entre mano de obra, bolsas, flete, logística y comisiones.

A eso se suma, además, que muchos del sudeste bonaerense trabajan en campos alquilados.

Ahora bien, lo curioso es que esta crisis sectorial se combina, paradójicamente, con un crecimiento en el consumo interno. A pesar de la suba de precios que afrontó en julio, lo cierto es que la papa es aún uno de los productos más baratos de las góndolas y, en relación al precio, de los más completos.

En eso coincidió Constantini, que igual advierte que la demanda interna ya está cubierta porque “por más que no valga nada la papa, la gente no puede comer más de lo que ya come”. Eso se debe a que, tal como sucede con muchos otros alimentos -como la cebolla-, la papa es un bien con demanda inelástica, que no varía significativamente año a año a pesar de la oferta y los precios.

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